domingo, noviembre 24, 2024
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El ‘coro’ y la ‘junta’ en tiempos de covid-19

Punta Cana.- El dominicano es afable en demasía, es corista, cherchoso, parlanchín; es trascendío, le gusta la fiesta, es amante del baile cosa que ha tenido que pausar y posponer para cuando la crisis sanitaria de la covid-19, le permita un chance.

Pero eso no ha impedido que durante este Estado de Emergencia, que se ha prolongado por varios meses desde marzo de este año, coarte su necesidad de compartir al dominós, al bachateo en las esquinas de las aceras o en los patios de los vecinos, independientemente o no, del toque de queda.

La prueba de fuego más importante donde se aprobará su comportamiento y su capacidad de obediencia, la tendrá este mes de diciembre, un mes festivo y enteramente de pasarlo en familia, no obstante, para algunos que perdieron a un familiar por Covid-19, o que lo mantienen ingresado en una cama de hospital, no será igual, sino atípico, doloroso y nostálgico.

Las medidas de seguridad no se adaptan a todos, existen dos grupos: están los que no las acatan por libertinos, y los que no pueden acatarlas porque los recursos no están a su alcance, pues una mascarilla N95 está sobre los 300 pesos y, aunque se crea que la vida vale más, en asuntos de posibilidades y escasas alternativas, no hay mucho por decidir.

El ser humano siempre ha sido un sujeto que necesita vivir en convivencia, desde tiempos ancestrales. La convivencia es una necesidad humana, porque desde nuestro nacimiento necesitamos de la compañía de otros seres de nuestra misma especie.

Los primeros hombres y mujeres se agruparon como hordas, es decir, se juntaban momentáneamente para satisfacer sus necesidades más básicas, iban de aquí para allá sin establecerse en ningún lugar.

Estos primates, intercambiaban, hacían inventos y se organizaban en clanes.
Convivir, forma parte de nuestra naturaleza, aunque implique riesgos y se tengan que arrogar consecuencias severas como la muerte, pero muchas veces, guiados por la inconsciencia de vivir el hoy, la incredulidad de un mañana que lamentar y por la influencia de grupos, nos dejamos arrastrar.

El coro y el junte se ha vuelto una normalidad en los barrios dominicanos y en las llamadas zonas de estirpe, donde viven los de mayores posibilidades, hasta los más conservadores que guardaron cuarentena fielmente, están hoy tomando un vuelo al extranjero.

En mi campo decían que â??el que por gusto muere, la muerte le sabe a gloriaâ?, y ese es un dicho de un uso muy marcado en nuestro país, donde muchas veces, es mejor asumir un trancazo que no gozar un gustazo y, este es el gran dilema que pondrá en jaque al Gobierno dominicano, decidir si dar soltura a los dominicanos, enfrentándose a un descontrol de casos con contagios de Covid-19, o darle un chancecito a un pueblo que está cansado del confinamiento.

Además, de la debilitada economía de los pequeños empresarios.
Muy separado de la decisión del Gobierno y, de lo que cada uno al final haga por su propia cuenta, un poco de reflexión no nos viene mal junto con la continuidad del uso de la mascarilla, por ejemplo, que quizás no sea mucho pedir para quienes creemos que cuanto más acatemos las medidas, más rápido podremos volver.

Volver a las aulas, volver a las reuniones, volver a la diversión, volver a estar en familia sin temor a infectarnos y que un abrazo deje de ser un arma letal, para volver a retomar nuestras medias vidas.

Jeni Polanco
Jeni Polanco
Periodista egresada de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), con Diplomado en Periodismo de Investigación. Locutora y conductora de TV.