miércoles, mayo 8, 2024
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Las casas patrimoniales de La Romana son amenazadas por el abandono y nuevas edificaciones para fines comerciales

LA ROMANA. La memoria histórica reflejada en monumentos y obras arquitectónicas está amenazada y condenada a desaparecer en esta ciudad de La Romana, debido al desinterés de las autoridades competentes para conservarlos, no obstante los proyectos de desarrollo que se levantan en esta ciudad. 

En el artículo 64 numeral 4 de la Constitución dominicana se prevé que el patrimonio cultural de la nación, material e inmaterial está bajo la seguridad del Estado, que garantizará su protección, conservación, restauración y valor. Es en este sentido que los ayuntamientos tienen parte activa en esta cuestión de velar por el cuidado de ese patrimonio. 

En La Romana hay casas históricas que cuentan con 100 años y están abandonadas, lo que acelera su deterioro; otras son vendidas para luego ser demolidas. Una fuente consultada precisó que se hizo un inventario en el casco urbano de todas las casas antiguas para declararlas como centro histórico, lo que no se pudo concretizar por diferentes factores económicos, políticos y sociales. La fuente expresó que como hubo una gran pérdida de las casas patrimoniales, lo que se puede hacer ahora es tomar un grupo de las que quedan y promulgar una resolución con la supervisión de la Oficina Nacional de Patrimonio, declarándolas como edificios de valor histórico, cultural y patrimonial. 

HISTORIADORES 

Inmuebles abandonados.

El historiador y escritor Alfonso Trinidad plantea que está consciente de que el desarrollo no se puede detener, pero hay que conformar una co- misión especial de ciudadanos, conjuntamente con todas las autoridades principales de la provincia, para que no sigan derribando las casas patrimoniales. El también poeta aseveró que hay que preservarlas para las futuras generaciones, para que vean como eran sus estructuras y casas y para que los turistas se lleven una impresión de lo que antiguamente era la ciudad. Pero para eso tienen que haber autoridades que se preocupen, argumentó Trinidad. 

“Una casa que yo la vi, pasé en el preciso momento que la estaban tumbando, es la que estaba en la esquina de la calle Altagracia, ahí vivió el padre de La Romana, Francisco Richiez Ducoudray. Yo lloré cuando vi que estaban desbaratando esa casa, la derribaron en cuestión de dos horas, yo lloré,” manifestó el historiador. 

Trinidad añade de otra casa ubicada en la calle Fray Juan de Utrera, próximo al mercado municipal, que era propiedad de la familia Duluc, la cual era la casa más bella que tenía la ciudad en su época y admirada por muchos en ese entonces, a tal punto que los campesinos que visitaban el mercado decían que esa casa estaba hecha con piezas de oro, porque tenía unos mosaicos que al reflejar el sol se veía como oro. 

Del mismo modo, el historiador Or- bito Rodríguez Méndez “Felin”, enfatizó que las leyes están ahí pero que no le hacen caso, ni las autoridades la hacen cumplir. Además de que en muchos casos las familias no les interesan esos inmuebles y desde que le ofrecen varios millones venden y los nuevos adquirientes los derriban para construir plazas y parqueos. Lamentó también que todas las casas antiguas que representan la edad del pueblo la destruyen, por lo regular en horas de la noche, para que al día siguiente nadie pueda hacer nada. 

Entre las casas que Rodríguez citó están la perteneciente a la familia Duluc, además de la casa de la familia Pérez que estaba ubicada en la calle Restauración esquina Altagracia, considerada como una casa única, hermosa y una reliquia fabricada en piedras. 

Casa tipo chalet.

MINISTERIO DE CULTURA 

En ese mismo tenor la directora de la Aldea Cultural Santa Rosa de Lima, Jeanne Marie Giraldi, aclaró que el caso es muy penoso y un poco complicado, porque esas casas son patrimonios, pero no están inscritas en la Oficina Nacional de Patrimonios y que mientras no se registren seguirán pasando esos casos. “Es duro pedirle a un dueño de una casa que no la venda, cuando ellos no pueden sostener las ni darle el mantenimiento”, precisó Giraldi. 

Consideró que el Ayuntamiento tiene que exigirles a los nuevos dueños que no pueden derribar la casa, sino que preserven el exterior y que en el interior hagan los cambios deseados. Citó como ejemplo el inmueble que está en la calle Duarte esquina Castillo Márquez, en la que los herederos mantienen la fachada, a pesar que en su interior están divididos por locales comerciales. 

“Aquí en este pueblo había hombres y mujeres de peso, que exigían sus derechos comunitarios, pero La Romana en ese sentido como que se ha apagado. Puedes encontrar un grupo que dicen eso no debe de ser, pero eso no pasa de ahí,” dijo la directora. 

Recordó que quedan pocas casas, pero que aún se pueden rescatar, como los típicos chalets que eran casas con revestimiento en madera, con una categoría arquitectónica que poseía una entrada con jardines a ambos lados, una galería, con columnas, pestoniano francés en el techo y mampostería, como la que está ubicada en la calle Francisco Castillo Márquez al lado de Taquitos, la cual pertenecían a connotadas personalidades de ese tiempo. 

Casa centenaria bien cuidada.

ARTE Y CULTURA 

Ángel Manuel Espiritusanto, encargado de Arte y Cultura en el Ayuntamiento Municipal, afirmó que no es mucho lo que pueden hacer, porque no pueden imponer a una persona que hacer con su propiedad, y tampoco se le puede impedir que venda, pero si aseguró que van a ubicar algunas casas para realizar un levantamiento y recabar las informaciones de quienes eran los dueños de esas propiedades, su aporte y las direcciones de las mismas, a fin de organizar un evento en el que las autoridades de la Oficina Nacional de Patrimonios y el Estado dominicano, se animen a comprar esos inmuebles a fin de preservar la memoria histórica de La Romana. 

Espiritusanto sostuvo que se hará acompañar de personas expertas en el tema y puso como ejemplo a las ciudades de Puerto Plata, San Pedro de Macorís, entre otras del Este, que conservan su historia arquitectónica, porque los ciudadanos y autoridades velan por ellas.