EL SEIBO. En las calles de la ciudad no solo es habitual encontrarse con enajenados mentales, sino también que, en la avenida principal Manuela Diez Jiménez, justo al frente de algunos establecimientos comerciales como bancos, tiendas, pica pollos y heladerías, niños de nacionalidad haitiana aguardan para pedir algunas monedas. Y esto lo hacen a todas horas.
Piden para comprar helados o comidas, y entre ellos se pelean para conseguir algo. Las edades que comprenden estos niños, van aproximadamente de entre los ocho a once años de edad y, suelen ser entre tres y cuatro. Reporteros de este medio, se encontraron a dos de ellos, un domingo cerca de las nueve de la noche en el centro del pueblo. Al preguntársele que dónde residen, titubean al responder, pero terminan en confesar que son de la parte adentro de Villa Guerrero, uno de los barrios más pobres y marginados de El Seibo. No viven solos, según contaron, pero tienen la libertad para salir muy tarde de la noche y recorrer varios barrios hasta llegar a la ciudad, y quedarse allí pidiendo dinero unas cuantas horas. Casi nunca corren con suerte.
Residentes de las áreas que frecuentan estos niños, afirmaron que a veces piden para comer y en otras ocasiones para comprar helados. Confirman que aunque no pasan de cuatro, es común encontrárselos. Víctor Leonardo, quien el coordinador de la Junta Local de Protección y Restitución de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes, dijo que inmediatamente tienen conocimiento de la situación se apersonan al lugar, contactan a los familiares y proceder a comunicar la situación a departamentos correspondientes.
Especificó que son mínimos los casos de niños que hay en las calles de esta ciudad, aunque no tienen información de ninguno actualmente. De su lado, el presidente de los Derechos Humanos en El Seibo, José Mercedes, denunció que el primer problema es que “no hay un fiscal de menores que sirva en esta provincia”. En ese orden, señaló, igualmente que tiene denuncias de que en Miches muchos menores, incluso, acuden a centros de bebidas sin que se haga nada al respecto. “No se está haciendo el trabajo. Tengo muchas quejas de menores pidiendo, entrando a centros de diversión y sirviendo de mulas. El fiscal de menores no está haciendo el trabajo como debe”.
