viernes, mayo 3, 2024
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Personas que viven en las calles confían en salir de su situación con ayuda de autoridades

LA ROMANA. La poca higiene personal que se pueden realizar, quienes no tienen una casa para vivir, es con agua de una cisterna en un parque público. Toman agua en un pequeño envase para bañarse, con la ropa puesta, y esta se les seca sobre sus propios cuerpos.

La pasta dental de las personas que vive en las calles es un pedacito de jabón de cuaba, que les da brega retenerlo en sus manos, porque está convertido en una fina lamina. El cepillo dental es su propio dedo índice, el cual usan para lavarse la poca dentadura que les queda, esto por la falta del uso de productos adecuados para su higiene bucal.

Así es la vida de Héctor Guerrero, un hombre de 60 años de edad, nacido en Los Cerritos de Higüey, provincia La Altagracia. Vino a La Romana a los 18 años de edad y se desempeñaba como conductor en un carro de ruta pública.

Asegura sentir vergüenza de la situación en que está, esto porque hay personas que lo miran con lástima y otros con miedo. Expresa que antes tenía una vida tranquila y alegre, porque no tenía compromisos maritales, ni tampoco hijos, lo que le permitía, según expresa, visitar todo tipo de negocio en busca de bebidas alcohólicas y deleites sexuales.

Sostiene que luego de la muerte de sus padres, conoció una mujer con la cual procreó dos hijos, quienes hoy día tienen 18 y 20 años. Guerrero dice la relación con sus hijos es prácticamente nula, hasta el punto que solo sabe que viven en el municipio de Villa Hermosa.

Guerrero refiere que su vida iba en decadencia y conoció a unos amigos y amigas que usaban mariguana y al ser convidado por ellos se sintió atraído y la curiosidad pudo más que su autocontrol, hasta que comenzó a usar el narcótico, a solas, en lugares apartados, porque no tenía con quien compartir.

Hace 4 años Guerrero dejó de conchar y los últimos 3 años y medio está durmiendo en un parque público sobre una banca de metal. Narra que en otras ocasiones duerme próximo a un negocio de venta de comida.

Dice que su diario vivir transcurre recogiendo hierros viejos para venderlos a 3 pesos la libra. Se alimenta en casa de una buena samaritana que cada día le guarda una porción de comida, y de vez en cuando acude al comedor económico de esta ciudad. La cena la “resuelve” con unas donaciones a media noche de empanadas de un negocio próximo al lugar en el que duerme.

AUTORIDADES E INSTITUCIONES

Son más los testimonios como el de Guerrero y los ya narrados durante esta serie de tres trabajos, que muestran la realidad de las personas que viven en las calles y que necesitan una mano amiga. En la Gobernación de La Romana informan que, hasta el momento el Estado dominicano puede ayudar a estas personas con servicios de salud gratuitos, suministros de raciones crudas, y en caso de no tener documentos, coordinar con la Junta Central Electoral (JCE) para tales fines.

El diputado Plutarco Pérez, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD),
enfatizó que está de acuerdo en que el Estado ayude a estas personas mediante la creación de riquezas y empleos para ellos, pero nunca con la construcción de un albergue para dormir. Dice que esto pudiera resultar en una carga para el Estado, con personas en edad de trabajar, sin hacer nada.

Apunta que hay ayudas contempladas, mediante ley para instituciones que trabajan con niños, adolescentes y envejecientes, José Elías Bautista Uribe, director Hogar Crea Dominicano La Romana, manifestó que la función de esa institución es ayudar a esas personas que están en condición de calle con el programa Acción Comunitario. Refiere
que el mismo consiste en ir directamente a los lugares donde están estas personas necesitadas con alimentos y actividades a fin de recluirlos en el hogar por 18 meses.

Aclara que actualmente en esta ciudad no se está realizando ese programa. También destaca que, por falta de espacio físico, no pueden brindar la asistencia a todos los que solicitan esa ayuda, ya que actualmente tienen unos 30 internos y las raciones que
provee el Estado no son suficientes, por lo que se auxilian de donaciones para dar el servicio.