sábado, mayo 4, 2024
InicioPinceladasEl Pozo de la Virgen

El Pozo de la Virgen

Ernesto Rivera

ERNESTO RIVERA (DUKE)

redaccion@editorabavaro.com

Hacia el costado sur del viejo santuario, en el centro de la calle Altagracia y donde desemboca el callejón que separa la casa curial del Hogar de Ancianos Nuestra Señora del Carmen se encuentra el Pozo de la Virgen.

No hay documentos que prueben el año en que fue construido ni quién fue su constructor, y de su origen solo sabemos lo que nos dice la tradición que ha ido rodando de boca en boca hasta nuestros días.

Dice la tradición que un gran incendio se desató y ardieron en un momento todas las chozas que estaban alrededor de la iglesia que al igual que ella estaban todas techadas de paja. Y no habiendo agua disponible y quedando el río a una considerable distancia era imposible acarrearla con tiempo de sofocar el incendio. Y de pronto apareció allí aquel pozo que antes no estaba o que si estaba nadie había visto antes y con cuya agua pudo sofocarse el fuego, considerándose esto como un milagro más de la Santísima Virgen.

“Este pozo siguió utilizándose durante mucho tiempo para extraer el agua que se usaba en los bautismos, lo mismo que la que se bendecía para repartir a los peregrinos”.

Se cuentan algunas anécdotas sobre este Pozo de la Virgen, entre ellas la de una señora campesina que vivía cerca del viejo Santuario. Dicen que cuando el ciclón del 1930, doña Magdalena, que así se llamaba la señora salió de su casa para ir a refugiarse en la iglesia. De pronto una ráfaga se metió bajo su enagua almidonada y levantándola del suelo fue a soltarla dentro del pozo. De allí fue a rescatarla don Luquitas Dalmasí -que también vivía cerca- pero no con poca brega.

Con relación a este pozo se ha hablado bastante sobre todo por la utilidad que representó desde entonces pues parece que los fuegos en la pequeña villa eran frecuentes y era natural que arrasaran todo en un minuto puesto que el pueblo y la misma iglesia estaban construidas de madera y paja. Prueba de ello es que varios autores enumeran las tantas remodelaciones que ha tenido la iglesia que sufrir por estos incendios, de los cuales uno se detuvo solo al llegar al altar de la Virgen.

Este pozo siguió utilizándose durante mucho tiempo para extraer el agua que se usaba en los bautismos, lo mismo que la que se bendecía para repartir a los peregrinos.

Hoy, remodelado y clausurado se conserva como Monumento Nacional.