sábado, abril 27, 2024
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Negocios de zapaterías y talabarterías
prevalecen a pesar de los años y era moderna

LA ROMANA. El oficio de trabajar con pieles de animales para la confección de prendas de vestir y accesorios viene de siglos atrás. Esto aún se mantiene y se conserva como oficio, tanto de forma manual como utilizando maquinarias.

Los maestros zapateros o talabarteros son los especialistas en el arte de diseñar o reparar cualquier objeto de uso cotidiano y decorativo, para el uso de personas o animales.

TALABARTERÍA

Bartolo Villavicencio, es una persona que lleva 40 años en el ejercicio de la talabartería. Llegó a La Romana desde la ciudad de Higüey cuando tenía 20 años de edad, desde ese entonces se ha dedicado a su oficio de toda la vida.

Al momento de la entrevista Villavicencio daba los toques finales a la confección de un cabezal para un caballo, en la que mostraba dedicación, entrega y una concentración casi inalterable a fin de exhibir una obra de calidad incuestionable. Asegura que en los 40 años de trabajo ininterrumpido ha podido echar hacia adelante su familia compuesta por 12 personas, cinco hijos naturales y cinco de crianza.

El talabartero manifiesta que las personas acuden a su negocio a comprar carteras para hombres y mujeres, correas, sillas para montar caballos y aparejos entre otros artículos muy demandados. El maestro en el manejo del cuero precisa que los artículos que más se solicitan son las correas y carteras. Añade que el costo de los mismos es muy variado. Una cartera de bolsillo cuesta entre 700 y 800 pesos, y también depende del producto, tamaño y diseño.

Manifiesta que los artículos, especialmente las pieles de animales vacuno que utiliza, anteriormente las compraba en Higüey, pero las fabricas cerraron y ahora las consigue por personas que se las traen desde Santiago y San Francisco de Macorís, lo que ha incrementado los costos sustancialmente o en momentos de escases va a una pequeña fábrica situada en Baní.

ZAPATERÍAS

Miguel Ángel Pepén aprendió el oficio.de talabartería desde muy pequeño, pero las circunstancias económicas y de los últimos años, lo han llevado a incursionar e inclinarse más por el oficio de fabricación artesanal y reparación de zapatos.

Según expresa, la demanda de sillas, cabezales y otros artículos no son muy buscados en esta ciudad, debido a que es más urbanística y no existen grandes extensiones de terrenos parala cría de ganados y otros animales, a diferencia de provincias como El Seibo, Hato Mayor y La Altagracia, que están compuestas por ranchos y haciendas que demandan más el uso de artículos campestre.

Pepén indica que lleva 25 años en un pequeño local ubicado en la calle doctor Teófilo Ferry. Afirma que económicamente no le va mal, porque con la idea de incorporación y reparaciones de zapatos, puede suplir las necesidades básicas de su hogar y de sus 4 hijos.

Sostiene que las personas acuden más a reparar que a comprar zapatos
nuevos para economizar y seguir utilizando los anteriores.