PUNTA CANA. Es indudable que una molestosa piedra en el zapato de las presentes y pasadas autoridades, ha sido el atraso para viabilizar la transformación integral que le urge al sistema educativo nacional.
Cada día surgen situaciones que estorban el Pacto por la Reforma Educativa, y que ponen entredicho los cuantiosos recursos dedicados a ese sector. Las denuncias son las mismas de siempre: falencias en el plan de enseñanza-aprendizaje, maestros incompetentes y desactualizados, escuelas deterioradas o poblaciones estudiantiles que superan por mucho la disponibilidad de aulas.
Paradójicamente, a diferencia de cuando se invocaba la apatía gubernamental para aumentar el presupuesto de Educación, ahora la falta de dinero no es excusa para justificar las debilidades descritas, y de otras más que ocupan la agenda diaria de los medios de comunicación.
Desde el 2013, cuando se aprobó el 4% del producto interno bruto (PIB) para Educación, el Estado ha destinado a este sector 1,17 billones de pesos. ` Pero a pesar de estas grandiosas inversiones, jamás antes vistas y por encima incluso de varios países de la región, miles de niños no encuentran cupos en las escuelas, y en las mediciones internacionales, de forma penosa y recurrente, obtenemos las peores calificaciones.
Así las cosas, en Educación el dinero sobreabunda, pero hay escuelas con preocupantes niveles de deterioro de su planta física, como el politécnico Lilian Bayona, en La Romana, para solo citar uno de muchos casos, cuyo techo está a punto de colapsar y provocar una desgracia de consecuencias impredecibles. A este ritmo, es indiscutible que seguiremos ‘quemados’ en materia educativa.
