viernes, octubre 11, 2024
InicioColumnistasPan al hambriento y agua al sediento

Pan al hambriento y agua al sediento

Una paternidad desconocida

Jueces 11:7 “Jefté respondió a los ancianos de Galaad: ¿No me aborrecisteis vosotros, y me echasteis de la casa de mi padre? ¿Por qué, pues, venís ahora a mi cuando estáis en aflicción?”.

Tan importante es la paternidad que la trinidad cuenta con el Padre como supremo de esta, el mismo Dios entendió esto que antes haber hijos primero hubo padres, tan importante es la paternidad que Jesús no siendo hijo biológico de María y José el carpintero, bajo el orden terrenal tuvo que ser instruido y cuidado por estos padres terrenales.

El modelo biológico del ser humano nos caracteriza por ser unos seres carentes de supervivencia, no siendo así con otras especies. Un patito nace y usted lo echa a las aguas y sale a nadar y seguro que sobrevive, no siendo así esto con un niño recién nacido, de seguro que si un niño no tiene el cuidado y atención de un padre no va a poder sobrevivir.

Jesús usa la palabra Abba más de cien veces en el Nuevo Testamento, esta era la palabra familiar que usaban los niños judíos para hablar con sus padres. Más o menos corresponde al “papi” que usamos hoy. Jesús se dirige a Dios como un niño a su padre, establece familiaridad, confianza e intimidad personal, esta es la invitación que Dios nos hace en Cristo, que nos acerquemos con familiaridad a su presencia.

La porción bíblica relata la historia en la que el pueblo de Israel se encontraba en el período de la teocracia en el año 1000 ante de Cristo, el cual duró 332 años. Bajo el tiempo de los jueces, el pueblo pecaba y era esclavizado y venía una liberación de parte de Dios por un hombre que era llamado juez, uno de estos fue el personaje del cual te hablaré hoy. Jefte fue el noveno juez de Israel, este fue hijo Galaad, rechazado por sus hermanos como hijo legítimo de su padre, huyó a la ciudad de Tob. Habiendo sido atacados por los amonitas, los israelitas fueron a pedirle que los comandara en su lucha, Jefté aceptó con la condición de que, si el vencía en la guerra, ellos lo iban a poner por caudillo. Pues así fue, Jefté peleó y venció, terminó siendo juez de Israel por seis años.

Jefté fue llamado porque tenía las cualidades necesarias para representarlos, ellos apostaron a Jefté y el los libró de su aflicción. Si hoy estas en la condición de desamparo, que crees que no tienes cuidado, que te abandonaron cuando más lo necesitabas, pasa al otro capítulo y mira el otro Jefté que hay en ti. El nombre de Jefté significa “ el que abrirá”, desde antes de nacer él había sido diseñado para esta encomienda, despierta el Jefté de valentía que hay en ti y empieza abrir lo que Dios ha preparado para ti.

Artículo anterior
Artículo siguiente