Pan al hambriento y agua al sediento: Humildad

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Mateo 20:21 “Él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que un tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”. El ser humano siempre ha querido ser promocionado. Ser promovido muchas veces sin importar por lo que cueste.

Estamos viviendo tiempos donde se ha visto la virtud como un orgullo y la humildad como una debilidad. Entonces esto ha causado obras de la carne como los celos, la envidia y disputas que ocasionan la tristeza de Dios.

Si vamos a la escritura en el principio, el primer asesinato fue causado por la envidia de ocupar una posición delatante de Dios. Recordemos la historia de Génesis capítulo 4, donde Caín mata a su hermano Abel, porque Dios no vio con agrado su ofrenda y esto ensañó a Caín en gran manera lo que provocó dar muerte a su hermano Abel.

Pero Jesús siempre les enseñó a sus discípulos el actuar con humildad, la porción bíblica tomada nos narra la historia de la madre de los discípulos Juan y Santiago. Esta va delante del Señor con la petición de que sus hijos estén el uno a la izquierda y el otro a la derecha cuando estuviesen en el reino. Entonces Jesús le deja saber claro que los gobernantes de las naciones ejercen potestad sobre ellas y se enseñorean, pero en el reino no es así, sino que él quiere hacerse grande entre nosotros será nuestro servidor y él quiere ser el primero será el postrero.

Dando entender Jesús que en el evangelio se crece hacia abajo y es como el árbol de la palmera que sus raíces crecen todas unidas y llegan a tener hasta dos metros de profundidad a medida que crecen hacia arriba crece hacía bajo, así debemos ser nosotros a la medida que crezcamos debe crecer nuestro fundamento. 

Sin importar la posición que tengamos siempre debemos ser humildes. Nuestro mayor ejemplo fue Jesús, que dejó su trono en las alturas para nacer en lo más bajo en un pesebre junto a animales.

¡El que se humilla será enaltecido, más el que enaltece será humillado!