La atención, definida como el proceso que permite a un individuo seleccionar, entre un número de alternativas, las tareas que ejecutará o los estímulos que procesará y las estrategias cognoscitivas que adoptará para lograrlo, es uno de los procesos más comprometidos por lesión frontal, especialmente por compromiso de regiones mediales.
Diferentes regiones cerebrales determinan componentes esenciales en la atención. La formación reticular es primordial para el mantenimiento del estado de alerta. Las áreas de asociación sensorial permiten el acceso a información primaria para ser procesada, los lóbulos parietales confieren un mapa sensorial interno y las regiones límbicas aportan las condiciones motivacionales.
El lóbulo frontal explora, realiza seguimiento, fija y cambia de dirección la atención, es decir, esta quinta estructura realiza el seguimiento selectivo de la atención cortical.
Los desórdenes de la atención dirigida se manifiestan en la presencia de inflexibilidad, impulsividad y distractibilidad. En estos pacientes, la instrucción verbal deja de ejercer influencia regulatoria sobre los actos motores y cognoscitivos. En muchas de estas observaciones es frecuente que el paciente verbalice el error cometido, pero incurre en él permanentemente.
Los trastornos de la atención se encuentran entre los síntomas de diferentes trastornos psicopatológicos, tanto orgánicos como funcionales; pero pueden encontrarse también condiciones de estrés, intensa emotividad o cansancio.
Existen numerosas escalas, test y baterías neuropsicológicas que miden la atención de manera global y exhaustiva. A la hora de elegir cualquiera de ellos deberemos tener en cuenta el objetivo de nuestra evaluación, las características del paciente y el tiempo del que disponemos.