PUNTA CANA. El asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse, la madrugada del pasado miércoles, indudablemente que generó un fuerte impacto a nivel mundial, pero más aún en República Dominicana, su vecino país y con quien tiene la particularidad de ser las únicas naciones en el mundo que comparten en una isla, además de los vínculos históricos, culturales y económicos.
Desde que se conoció la infausta noticia del crimen cometido al jefe de Estado haitiano, se generó todo un clima de incertidumbre sobre República Dominicana y por ende en los aspectos comerciales, políticos, diplomáticos, migratorios y de seguridad y defensa.
Lo primero es que la nación dominicana de alguna manera empezó a sonar, cuando las autoridades del vecino país dijeron que quienes habían cometido el asesinato de Moïse, hablaban inglés y español y posiblemente huyeron del territorio haitiano al dominicano, lo que alertó y activó una reunión de urgencia por parte de todos los órganos de seguridad y defensa nacionales.
Esto trajo como consecuencia, en ese primer orden, el cierre de la frontera por parte de las autoridades dominicanas. Ambos países cuentan con cuatro pasos fronterizos oficiales, aunque la mayor parte de la frontera, de unos 380 kilómetros de extensión, no cuenta con vallas divisorias.
En los últimos meses, militares dominicanos han estado construyendo más kilómetros de verja fronteriza, en un intento de controlar la inmigración irregular, cohibir el contrabando y obstaculizar el tráfico de armas y drogas.
En este ámbito específico del control de la frontera, por la situación que generó el asesinato del presidente Moïse, el Consejo de Seguridad Nacional (República Dominicana) acordó la implementación del plan Gavión, que ordena el reforzamiento del patrullaje en los puntos críticos de la frontera con tropas de unidades tácticas especializadas.
Asimismo, cierre de toda la frontera para el tránsito de vehículos y personas; suspensión hasta nuevo aviso de las actividades de los mercados binacionales en las provincias fronterizas; la realización de viajes hacia el territorio nacional, por el aeropuerto Joaquín Balaguer en el Higüero, a ciudadanos dominicanos y personal diplomático dominicano o extranjero de servicio en Haití.
Además, se estableció que la frontera terrestre, aérea y marítima se encuentra completamente reforzada con unidades elites y equipos de todas las ramas militares del país.
¿CÓMO QUEDAN LAS RELACIONES DIPLOMÁTICAS DOMINICO-HAITIANAS?
Con el vacío de poder que ha quedado en el vecino país de Haití luego de la muerte de su presidente Jovenel Moïse, las réplicas se sentirían en la República Dominicana, tomando en consideración que ambas naciones mantienen importantes acuerdos en los ámbitos económicos, migratorios, energéticos, medioambientales y políticos.
Ahora mismo, Haití requiere desarrollar una reorganización de su situación interna, tras el asesinato de su jefe de Estado. La relación Moïse-Abinader ha sido considerada por muchos analistas internacionales como una de las más “fructíferas” en los últimos tiempos.
Tras su elección como presidente, Moïse hizo una visita oficial a la República Dominicana y el entonces presidente Danilo Medina asistió a la juramentación del asesinado presidente haitiano, el 7 de febrero del 2017.
Las relaciones entre Haití y la República Dominicana en menos de un año que lleva Luis Abinader como presidente del país y que inició con el mandato de su par Jovenel Moïse, se resumen básicamente en dos puntos: “acuerdo histórico” de una agenda común entre ambos países y el conflicto por la construcción de un canal en el río de Dajabón que desarrollan las autoridades haitianas.
El diez de enero pasado se difundió la información de que los presidentes Abinader y Moïse, se reunieron en Elías Piña y fruto de eso, tres días después, se dio a conocer una agenda común entre ambas naciones, básicamente en aspectos de fortalecimiento económico-comercial en la zona fronteriza.
Cuatro meses más tarde, el 23 de mayo, ambos mandatarios se volvieron a encontrar en Ecuador donde acudieron a la toma de posesión del presidente Guillermo Lasso y trataron el conflictivo tema del canal que construye Haití en el río Dajabón. “Tuve una reunión muy productiva con el presidente Luis Abinader. Le informé sobre el progreso de la reforma constitucional, una promesa de campaña.
El tema de la construcción de la presa en el río Masacre también fue discutido durante esta reunión”, afirmó en ese momento Moïse. Sobre ese conflicto, el canciller dominicano, Roberto Álvarez, sostuvo que en ese encuentro el tema quedó para ser tratado entre los cancilleres de ambos países.
El tema sigue generando conflictos y diferencias entre ambas naciones y críticas al canciller Álvarez por algunos sectores de la sociedad dominicana. Ambos mandatarios habían acordado una agenda común, que incluye la construcción de hospitales generales en territorio haitiano, abrir el proceso de negociación para delimitar las fronteras marítimas entre los dos países con la promesa de iniciar el procedimiento lo antes posible.
Además, cooperar de manera mutua y sostenible en los campos de la energía, la producción agrícola e industrial, el combustible para cocinar y los esfuerzos para frenar la desertificación. Internacionalistas han advertido que República Dominicana debe seguir consolidando el resguardo fronterizo, ya que la situación política de Haití terminará repercutiendo sobre el país en términos migratorios, puesto que podría generar un desplazamiento masivo de haitianos.
Habría que esperar en lo adelante algún acercamiento entre el primer ministro de Haití, Claude Joseph y el presidente Luís Abinader, para redefinir los temas en común.
COMERCIO, RELACIÓN BINACIONAL
Otra consecuencia posible de esta situación política en el vecino país, es la pérdida de los ingresos que genera el comercio binacional en la frontera, el cual aporta al país millones de dólares. De acuerdo a datos de la Dirección General de Aduanas (DGA), Haití es el cuarto país destino de las exportaciones nacionales (no incluye zonas francas), con una participación económica de 11.23 % en el 2020 y 11.66 % en 2021.
Quienes se verían mayormente afectado serían productores medianos, exportadores pequeños y medianos y también algunas empresas exportadoras de bienes industriales del régimen nacional.
La primera reacción al asesinato de Jovenel Moïse en materia económica la dio entonces la Asociación Dominicana de Exportadores (Adoexpo), en palabras de su presidenta Elizabeth Mena: “Definitivamente esta situación tendrá repercusiones en nuestros exportadores por un tiempo indefinido y en la economía de la República Dominicana, hasta tanto se restablezcan totalmente las operaciones”.
Los materiales que concentraron las exportaciones nacionales hacia Haití, para el 2020, y que dan un panorama de las empresas y sectores que se verían más tocados por esta crisis, son el plástico y sus manufacturas, que al 2020 registró US$ 73.35 millones, productos de molinería (US$ 42.65 millones), sal, azufre, tierras, yeso y cemento (US$ 37.94 millones), preparaciones a base de cereales y pastelería (US$ 30 millones), y las Grasas y aceites animales o vegetales (US$ 26.82 millones).
Indudablemente, la muerte a tiros del presidente haitiano, Jovenel Moïse, también ha despertado alertas en materia económica. La República Dominicana tiene al vecino país como un aliado de intercambios comerciales que marcan el ritmo económico en las puertas de la frontera, con cerca de 17 mercados binacionales a lo largo de cuatro provincias: Dajabón, Elías Pina, Independencia y Pedernales.
El detener el comercio con Haití tendrá un impacto en las condiciones de vida y económica de la zona fronteriza. El comercio haitiano en los últimos años se ha venido reduciendo de manera significativa, cuando en el 2012 se exportaban (nivel nacional y zona franca) alrededor de US$ 1,056 millones desde el país, para el 2019 esa cifra andaba sobre los US$ 820 millones, de acuerdo al Banco Centra de la República Dominicana, “lo cual ese impacto es relativamente menor a lo que hubiese sido en otros tiempos”.