sábado, mayo 4, 2024
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Una mirada hacia el río Salado 

La protección y conservación del medio ambiente debe ser un compromiso permanente e innegociable, cuya responsabilidad descansa no solo en las autoridades, sino también en toda la ciudadanía. 

Para esto, es menester que exista un nivel aceptable de educación sobre la importancia de un tema tan fundamental para el desarrollo de una nación, como es la preservación de sus recursos naturales. 

Pero no siempre ocurre así. Los pueblos con escasa formación en este ámbito suelen actuar precisamente en contra de los componentes básicos que conforman el ecosistema, agua, aire y suelo. 

Por esta razón, con marcada frecuencia los medios de comunicación asumimos el rol de denunciar cada atentado al medioambiente, sea voluntaria o por ignorancia propia de los infractores. 

Las autoridades igual intentan frenar estas prácticas, pero los resultados a veces se ven empañados por apatías y cansancio, o por el silencio e inacción como cómplices, especialmente cuando está de por medio el desarrollo de ambiciosos proyectos de infraestructura. 

Aunque aún no sabemos a qué responden exactamente las causas, lo descrito anteriormente bien ajusta a lo que ocurre con el río Salado, en La Romana, dentro del cual al menos unas ocho cañadas vierten sus aguas mezcladas con toda clase de inmundicias. 

Directivos del Consejo de Desarrollo Estratégico de La Romana advierten que este crimen ambiental no solo afecta al río y a las comunidades circundantes, sino que también impacta al mar Caribe y a la isla Catalina. 

Ojalá que río Salado encuentre dolientes sinceros que impulsen soluciones conjuntas y sostenibles, antes que esta bomba de tiempo estalle y entonces sea demasiado tarde para revertir sus efectos.