El síndrome del cuidador
Refiere a aquellas personas que sufren el desgaste físico, psicológico y de su salud en general en el cuidado constante y continuado del enfermo (usualmente de Alzheimer, aunque puede ser por cualquier otra enfermedad, usualmente crónica, mental, o los cuidados de la vejez).
La enfermedad no sólo se interpone en la vida del afectado, sino que también es un mal con unas consecuencias psicológicas devastadoras para todos aquellos que le rodean y cuidan de él. El malestar psicológico puede derivar en otros de tipo físicos o agravar ese estado psicológico, hasta el punto que la persona puede llegar a caer en depresión. Por eso se considera una premisa fundamental el darle todo el apoyo a aquella o aquellas personas encargadas al cuidado del enfermo.
Se considera al cuidador como la persona que asiste o cuida a otra que presenta discapacidad o incapacidad para la realización de tareas cotidianas, básicas o de sus relaciones sociales.
Dentro de los síntomas que aparecen en el cuidador se encuentra el estrés, ansiedad, depresión, cansancio, falta de energía, indefensión, agotamiento continuo, dificultad de concentración, irritabilidad, insomnio, imposibilidad de relajarse, palpitaciones, cambios frecuentes de humor, apatía constante, tensión emocional, desesperanza, no se encarga de satisfacer sus propias necesidades por falta de tiempo, deja de lado amistades y el ocio, impaciente, resentimiento, aislamiento familiar y social.
Suele desconectarse totalmente de sus propias necesidades para entrar en una rueda de codependencia en el que solo puede vivir si uno se siente necesario para los demás.