viernes, septiembre 20, 2024

Antonio Cedeño (Macho).[/caption]

Antonio Cedeño (Macho) / antoniocedano@hotmail.com

Colocando como vicepresidente a Rafael Estrella Ureña, la Era agonizaba, eran los últimos vestigios del poder y la crueldad representada por Rafael L. Trujillo Martínez (Ramfis), que como Drácula lo esperaba en la sala de torturas, sedientos de sangre.

La rapidez que imperaba en el lugar daba la sensación que la investigación iba a ritmo acelerado. La salida de Roberto Pastoriza Neret me sugirió una idea, la aceleración de los interrogatorios, era necesario porque había mucha gente que interrogar, según se podía colegir de la cantidad de prisioneros.

Retornando a Huáscar Tejeda, vino el militar que había traído la cena. Arévalo y Pachín la desecharon, tampoco tenían qué fumar, ni agua que beber. Yo, en cambio comí, y me puse a jugar con el hueso dándole mordidas, como si fuera el verdugo. Vino a buscar los trastos y mi papá le entró cinco papeletas en el bolsillo delantero, se puso la mano en el bolsillo de la camisa como si temiera que alguna papeleta quedara afuera y mostrara su apariencia indebida e indelicada procedencia.

Huáscar Tejeda, cuyo cuerpo estaba magullado, hecho trizas, apenas podía sostenerse en pies, se mostraba colérico, sudoroso y el agua que salía de su cuerpo producido por los golpes, con los ojos cerrados de hematomas, lágrimas de impotencia, al entrar a su celda dijo: Pedro Livio Cedeño es un macho, mató a Trujillo.

Pensé que el interrogatorio se dirigía a la participación de él y Pedro Livio Cedeño, en el tiro de gracia dado a Trujillo. Ya no nos importaba lo que le dijera, pues el militar tenía unos cuartos en los bolsillos que no les permitían oír acusaciones.

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