Salud para estos tiempos: Trauma craneal: un asesino en las calles
William del Rosario Martínez | williamrosario24@gmail.com
El día 15 de febrero del año en curso recibí una perturbadora llamada telefónica en horas de la madrugada, provenía de uno de los centros de salud en donde presto mis servicios, el mensaje era confuso. Entre el ruido ambiental y la mala recepción telefónica, sólo atendí a escuchar que se requería de mi presencia en el hospital con carácter de urgencia. Salí apresuradamente de mi casa con el sueño aun marcado en los ojos; a la distancia destellaban vívidamente las luces de las ambulancias, que contrastaban armoniosamente con la oscuridad de la noche, en las afueras de la sala de urgencias el ambiente era tenso, algunas mujeres lloraban, mientras que unos jóvenes, con las ropas ensangrentadas, ofrecían declaraciones a las autoridades; la consternación y la confusión ceñían el cuerpo de todos los presentes como un uniforme, como un distintivo.
Al entrar a la sala de urgencias el gran reto saltó a mi encuentro, se trataba de un hombre joven, no mayor de 30 años de edad, quien había sido víctima de un aparatoso accidente de tránsito, y ahora yacía, cual largo era, sobre la mesa de reanimación en estado de coma. Presentaba múltiples heridas y laceraciones en diferentes partes del cuerpo, sangraba profusamente por los oídos y por la nariz, y su rostro estaba severamente desfigurado. Se realizó inmediatamente un estudio de imagen cerebral (tomografía), donde se evidenciaron múltiples fracturas en los huesos de la cara y del cráneo, y como si esto no fuera suficiente, un extenso coagulo de sangre estaba creciendo activamente en el interior de su cerebro y amenazaba de forma agresiva con llevarse aquel paciente del mundo de los vivos.
De forma inmediata, contra el reloj y contra todo pronóstico llevamos al paciente a sala de cirugía con el objetivo de detener la hemorragia cerebral y remover el coagulo; fue una cirugía rápida, abreviada debido a su baja presión arterial y a su estado crítico, un amplio fragmento del cráneo tuvo que ser retirado a fin de acomodar la masiva hinchazón del cerebro, los objetivos de la cirugía se cumplieron a cabalidad, pero su cerebro había sido severamente lesionado, lo cual reducía sus probabilidades de recuperación a cifras muy modestas. Trasladamos al paciente, ya operado, a la unidad de cuidados intensivos donde recibió el abrazo de un calificado grupo de profesionales y todo un arsenal tecnológico, aunque nuestras expectativas respecto al futuro de aquel joven, distaban mucho de ser optimistas.