Uno de los aspectos que siempre me llama la atención de otro países, es su desarrollo provincial, fomentado siempre en la prosperidad de su gente ligado a algún sector productivo. Digamos, por ejemplo, las alcaldías, promueven eventos turísticos internos, además cuentan con centros de logística importantes para promover, a todo lo largo de la región, su industria.
Sin embargo, en el municipio de Higüey, la actual alcaldesa, cuando suele salir del país, lo hace para ir de compra a la Quinta Avenida de Nueva York o vacaciones extendidas, con todo disfrute y los gastos endosados a la cuenta del ayuntamiento.
Con una diferencia abismal tal como “Juyu”, por ejemplo, en Corea, que promueve el turismo ecológico volcánico y de piedras y caras esculpidas con rostros de sus grandes ancestros.
Contrario al municipio de Higüey, donde los coterráneos y visitantes sólo pueden ver calles rotas, aguas residuales, un cuartel de policía atiborrado, insalubre y reos obligados a morir a destiempo recluidos en una muralla al estilo medioevo y la riqueza del capitoste Amable Arisity y algunos adláteres fieles tradicionales al vedetismo político que ha mantenido postrado en el atraso al municipio de Higüey.
La provincia de otros países a la que hago mención, compite para atraer capitales para la implementación de nuevas industrias, muy por lo contrario a la alcaldesa de Higüey, que su competencia sólo prima en el único afán de cobrar los impuestos que genera la zona de Bávaro-Punta Cana.
Nunca ha rendido cuentas al pueblo de Higüey de los más de 1,800 millones líquidos que ha recibido de la industria hotelera de la provincia y, en cambio, no ha mostrado ningún interés en desarrollar un plan integral de desarrollo provincial que abarque todos los sectores importantes de la zona.
Contrario a los reclamos, denuncias, críticas y demandas de la población del municipio de Higüey, la hija más pequeña de la Virgen de La Altagracia, la Alcaldesa de este municipio vacaciona en los lagos verdes de Miami, donde queda extasiada, deslumbrada con las luces multicolores de una ciudad moderna, mientras su pueblo no tiene planta de tratamiento y su principal río, dado por su propia inoperancia, está cargado de materia excrementales y todo tipo de inmundicias. Que contraste.
¡Higüey ya es tiempo!