Tres áreas cerebrales están involucradas en la generación, la percepción y la síntesis de las lágrimas: la amígdala cerebral, el hipotálamo y el giro del cíngulo en la corteza cerebral.
Las lágrimas, parte del llanto, son uno de los marcadores para saber si estamos hidratados. Su función es humidificar Y disminuir la probabilidad de infección en el ojo.
Las lágrimas contienen gran cantidad de mucina, bicarbonato e inmunoglobulina A, que nos ayudan a controlar la actividad bacteriana y a mantener la lubricación. Su PH oscila entre seis y siete, muy cercano a condiciones fisiológicas para nulificar el crecimiento de bacterias.
Biológicamente hablando, existen tres tipos de lágrimas: basales, reflejas y emocionales. Las primeras son las responsables de mantener nuestros ojos limpios y en perfecta disposición para cumplir su tarea: ver. Su presencia es constante, aunque nunca la notamos.
Las lágrimas reflejas son aquellas que surgen como reacción a algún componente externo, como por ejemplo las que derramamos al pelar una cebolla. Por último, las lágrimas emocionales son aquellas vinculadas a nuestros sentimientos. Mientras las dos primeras tienen una explicación fisiológica, estas últimas suponen todavía hoy un misterio, tanto en lo que respecta a su origen como a su función.
No nacemos con el llanto emocional, se va desarrollando con el tiempo. Nacemos con llanto basal, no nacemos con llanto reflejo, pero se desarrolla en los primeros meses de vida. Y con el tiempo es cuando se desarrolla el emocional.