La unión del espermatozoide con en el óvulo luego de la eyaculación, durante el acto sexual produce la fecundación, que dependiendo del número de cromosomas que tenga el espermatozoide, para lograr fertilizar el óvulo como resultado de este acto será femenino si es un X, y masculino si es un Y, o sea XX hembra y, XY si es varón en vista de que el óvulo siempre oferta un X.
Inmediatamente ocurre esta unión se forma el huevo o cigoto, compuesto por tres capas: ectodermo, mesodermo y endodermo, de cada una de estas se originarán cada uno de los órganos, sistemas y aparatos que constituyen nuestro organismo.
Está estipulado que entre la 5ta y 7ta semana de vida intrauterina, se comienza a desarrollar el aparato genitourinario del nuevo ser. Cualquier alteración en la mujer durante este periodo puede dar al traste con el desarrollo normal de cualquier órgano pudiendo producir una mal formación congénita.
En el caso que nos ocupa, el desarrollo mayúsculo de unas venas que están en el interior del testículo se le denomina varicoceles, pueden comprimir las vesículas seminales, impidiendo la salida del semen. Otro caso es el no descenso del testículo de la cavidad abdominal, que es su lugar de desarrollo durante el embarazo.
Con la presencia del meato en la cara inferior del pene, y no en el glande, nunca el semen llega a la vagina, traumas de diferentes magnitudes en los testículos. Se considera que en un centímetro cúbico de semen debe haber entre 20 a 150 millones de espermatozoides, cantidad con la que debe contar, en cada eyaculación un hombre para poder embarazar.
Existe una prueba llamada espermatograma, que es a través de esta, que sabemos si tenemos la cantidad suficiente de espermatozoides para procrear. Las medidas del pene no son determinantes para ser fértiles, salvo casos de infantilismo genital, como es el caso del síndrome de Klinefelter, ni la edad.