La reacción asumida por el director de Medio Ambiente de la provincia La Altagracia, Ramiro Sánchez Melo, en el manejo de la denuncia en torno al crimen ambiental ocurrido en la cuenca del río Maimón, en Las Lagunas de Nisibón, en nada favorece el ejercicio de sus funciones como empleado del Estado ni el servicio que debe brindar a la sociedad y a los medios de comunicación.
Sánchez Melo, en una actitud irracional, cerró las puertas de su oficina en la cara de la periodista de El Tiempo, Romayra Morla, quien fue a dar seguimiento a la denuncia publicada por el hermano semanario BávaroNews. Una historia publicada por este periódico describía la contaminación de alrededor de 130 árboles de diferentes especies, que crecían a menos de 20 metros de la cuenca del río Maimón, un acto que debe ser calificado como criminal y de delito ambiental severo.
Lo hecho por Ramiro Sánchez Melo lo coloca de espaldas al rol que debe jugar un funcionario del Estado, quien está obligado a ofrecer informaciones, sea cual fuere el hecho ocurrido bajo el área de responsabilidad a la que ha sido asignado.
Este funcionario, al parecer, desconoce el papel de un periodismo responsable, que no es más que buscar las informaciones de interés colectivo, sean del agrado o no de quien deba ofrecerla, como es su caso. Su sensibilidad también le lleva a desconocer que en la nación dominicana existe respeto al ejercicio del periodismo independiente y a la libertad de expresión.
Pero más aún, a Sánchez Melo también se le olvidó que a quien tenía enfrente no era más que una dama, a la que por su condición de joven trabajadora debió respetar. Esta periodista no buscaba otra cosa que no fuera dar seguimiento a una información que está bajo su jurisdicción como empleado del Estado.
Este funcionario debería entender que tratar de coartar el derecho a la búsqueda de información y la libertad de prensa, es una acción que ya no tiene cabida en una sociedad plural y democrática.
El Tiempo repudia este hecho bochornoso cometido por Ramiro Sánchez Melo contra la periodista Romayra Morla, ya que su accionar abre las heridas de un sector que, por la intransigencia de gobiernos y funcionarios recalcitrantes del pasado, intentaron acallar muchas voces. Esto no debe volver a ocurrir, y mucho menos en un Gobierno que se jacta de enarbolar la bandera de la libertad y la tolerancia.
