domingo, abril 28, 2024
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La invasión del 14 de Junio (3-4)

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Los colocábamos en las partes superiores de sus extremidades de madera y guano en cuatro sillas, que parecía un globo, la lámpara en el centro y quien esto escribe sentado en el suelo como si quisiera probar la dureza del cemento que con su frialdad, me servía de asiento.

Macho Cedeño (2)

Así, tomé una Selecciones- (revista norteamericana en español), pues era editada en varios idiomas, cuyo nacimiento se produjo al inicio de la década del 40 y su extinción o fallecimiento es reciente, de la década del 2010; recibí la donación de un ejemplar de la revista de parte de mi hija Yossaira, de fecha cinco de mayo de 2011 revivida.

Fue mi revista favorita desde 1946, creyendo la verdad de su contenido, hasta que vi publicado en 1965 un artículo de Ramón A. Castillo, que vino en 1961, un cinco de julio, con Ángel Miolán y Nicolás Silfa, formando la avanzada perredeísta, después de la muerte de Trujillo, durante la democratización balaguerista, que era todo lo contrario a la verdad donde comunizaba la revolución, y no condenaba la invasión yanqui, envuelta en la FIP, Fuerza Interamericana de Paz.

“En la radio, un locutor que parecía ser Hugo Gómez Batista, leía una crónica de Armando Almanzar”.

Me di cuenta que más pudo el interés que el amor que te tenia-, verso anónimo que declamaba mi abuela: el amor y el interés/ se fueron al campo un día/ y más pudo el interés/ que el amor que te tenia/-. Tenía la revista de junio que había comprado, me puse a leer y me olvidé, de la invasión.

Me levanté temprano y puse mis oídos en busca de los sonidos del radio, La Voz Dominicana, un locutor que me parecía ser Hugo Gómez Batista que leía una crónica recién producida por don Armando Almánzar, jefe de prensa de La Voz Dominicana, padre del doctor Serbio Tulio Almanzar Frías, Fiscal Adjunto del Distrito Nacional, graduado conjuntamente con Arévalo Cedeño, este último se ganó la inscripción en la universidad cinco años consecutivos, ganándose el premio Presidente Peinado ese año; casado con Mencía Botello, su prima, declamadora, quien fuera gobernadora de la provincia Altagracia.