viernes, mayo 3, 2024
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Sin tapujos

¿Piezas de moda? NO

La era digital nos lleva demasiado rápido. Nos arrastra hacia una cotidianidad en la que los temas noticiosos adquieren la triste condición de piezas de moda. Los debates mediáticos duran lo mismo que cucaracha en gallinero.

Las redes sociales evolucionaron: dejaron de ser espacios de socialización para convertirse en fuentes de información noticiosa. No importa si lo comentado tiene o no valor para opinantes y consumidores.

Al fin de cuentas, son opiniones, desahogos, tribunas para cuestionar, ratificar, refutar o despotricar…

Así las cosas, fuimos también sorprendidos por un fenómeno extraño que no fue lo que el mundo pidió. Y es que en la era de la información la gente está menos informada como nunca.

¿Qué pasó? Los lectores se mudaron a esas redes sociales, un lugar de todos que no pertenece a nadie. Y los periodistas también cambiaron su dinámica de producción noticiosa.

Producir contenido quedó relegado a un segundo plano. Lo que predomina es el “rastreo” sistemático e incluso “planificado” del planeta digital, para saber por qué rincón andan funcionarios, empresarios, líderes sindicales, artistas…En fin, la gente famosa y que crea y hace opinión pública.

Las pequeñas historias valen poco o nada, porque el periodismo se volvió hacia un mercado laboral donde la rentabilidad depende de monetizar cada cosa, mientras más escandalosa y pendeja, mejor.

Las percatas minutas no generan “like” ni “viu” y, consecuentemente, tampoco producen dinero. Fatal puñalada trapera al periodismo y su esencia.

Los estudiosos del tema creen que el periodismo no cambió con la era digital, sino la forma de hacer periodismo. Es un planteamiento discutible. Podemos encontrar una mirada distinta, si somos conscientes de que para el reportero lo importante hoy son los hechos capaces de convertirse en tendencias en las redes sociales, obviando aquellos que tocan directamente la vida de la gente.  

¿Podremos revertir este guantazo al periodismo de calidad? Por supuesto que sí. El periodismo debe preservar su dignidad, sin obviar las bondades de la era digital como un gran aliado en la difusión de contenidos realmente valiosos.

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