En los últimos dos artículos escribí sobre las barreras psicológicas ¿qué son? y ¿cómo afectan el rendimiento deportivo? También compartí estrategias para poder detectar y eliminar estas barreras.
Para este artículo mencionaré una gesta deportiva, específicamente en el fútbol, este caso me ayudará a ilustrar de mejor manera como un trabajo mental puede hacer grandes cambios en los resultados de un equipo o jugador aun teniendo todo en contra.
El COVID-19 sigue afectando al mundo y en el caso de los deportes no ha sido la excepción. Tanto deportistas como aficionados están expuestos al virus y esta semana un club de Argentina, River Plate, daba a conocer una serie de contagios entre sus jugadores. La noticia el pasado mes de mayo confirmaba un brote en el equipo y entre infectados y lesionados la lista ascendía a más de 20 jugadores que estarían fuera.
Lo complicado era que el miércoles 19 de mayo tenían un juego por la Copa Libertadores contra el equipo colombiano Club Independiente de Santa Fe. Por reglamento de la competición el COVID-19 no es justificante de lesión y el equipo de River solo contaba con 11 jugadores de campo y sin porteros debía jugar. De estos jugadores dos eran debutantes de 18 y 19 años.
River logró la hazaña y sin cambios pudo ganar el partido por 2 a 1, teniendo como portero a un mediocampista. Las palabras del técnico Marcelo Gallardo al final del juego fueron de que habían trabajado mucho en la concentración, mencionó la identificación de los jugadores al club y la confianza para los debutantes. Esto no se logra de la noche a la mañana. River Plate cuenta dentro de su cuerpo técnico con la médica especialista en neurociencias, Sandra Rosell, quien trabaja con el técnico Gallardo y sus aportes son fundamentales para el entrenamiento mental del plantel.
