viernes, julio 26, 2024
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¡Adiós, amiga!

PUNTA CANA, RD. Yokasta, que triste fue saber de tu muerte. Te vi una semana antes. No sabía que la muerte te rondaba. Estabas decaída. Apenas podías hablar. Y lloraste cuando me viste, quizás porque recordaste los días en que estuviste bajo mi coordinación como reportera de El Tiempo, periódico por el que de inmediato preguntaste, aun dentro de tu preocupante condición.

Entendí de inmediato. Lloraste porque en el fondo sabías que estabas muy mal. Te pregunté y hablamos de cosas que ni siquiera recuerdo bien. Y te pido perdón por eso, pero es que me sorprendiste. «Oscar», me llamaste con voz quebrada, quejumbrosa, aquella última tarde en que coincidimos: tú en silla de ruedas, apagada, punzada. Y yo sin aliento, al verte así.

Pero tranquila, todos moriremos algún día. Así de simple. Viviste lo que quisiste y pudiste. Escribiste tu libro «Entre luces y sombras». Te di la portada de “Variedades” en el periódico donde tu pluma quedó plasmada para siempre. Te pusiste muy contenta, porque no esperabas tanto espacio para destacar tus dotes de escritora.

Hasta yo quedé pasmado, porque no sabía que andabas en esa onda de escritora. Mira que se te dio bien eso de poeta. «En esta obra se pueden vislumbrar los sucesos cotidianos del ser humano en su intención de relacionarse en un mundo dual. Así como no puede existir el día sin la noche y el sol sin la luna, en nuestra vida no podemos vivir sin amar y ser amados». Eso dijiste cuando hiciste la presentación de la obra. Pensé, «wao, pero que profundidad».

También cerraste otro ciclo importante para ti, graduarte de periodista. En eso igual me diste participación. Me llamaste para decirme que estoy en las dedicatorias de tu tesis. Un alto honor para mí. Ahora, descansa, amiga, porque desde que te vi supe que ese cáncer te estaba matando, que te dolía mucho. Te refugiaste en los brazos de Dios muy a tiempo antes de partir de esta dimensión. Vete en paz, porque lo hiciste bien.

Oscar Quezada
Oscar Quezada
Soy un periodista que ama escuchar y contar historias, y con eso lucho cada día. Trato de hacerlo con relatos sencillos y entendibles para todos. Estudié en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Sin Tapujos

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