viernes, julio 26, 2024
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COVID-19: ¿Culpa de quién?

Especial para El Tiempo | Andrés van der Horst Punta Cana.- El 2020 pasará a la historia como el año perdido. Inició con una enfermedad respiratoria detectada en China de una inusual viralidad. En pocos días, ya había infectado todo el entorno asiático, medio oriente y llegado a occidente. Una ausencia de liderazgo global, evidenciado por la falta de acuerdos entre las grandes potencias para actuar de forma coordinada y conjunta, y que-a mi entender- se debe mucho a la poca legitimidad y credibilidad del presidente norteamericano, lo que permitió que la decisión quedara completamente en manos de burócratas de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La OMS, organismo con sede en Suiza y que pertenece el Sistema de las Naciones Unidas, tiene como objetivo fundamental, según la propia información que ofrecen, â??gestionar políticas de prevención, promoción e intervención a nivel mundial en la Saludâ?. La intervención recomendada para atacar el virus calificado como pandemia, fue la paralización total del mundo, colocar en cuarentena a toda la población, y con ella, su economía. La decisión radical no sólo tenía que ver con la salud, sino con todas las actividades humanas, siendo este hito algo sin precedente en la historia. Se ha justificado esta extrema medida sobre la base del casi seguro cataclismo mortal que podría experimentarse, si no se tomaba esa decisión. La verdad es algo que no se sabrá en el mediano plazo. Habrá que esperar que toda la data acumulada pueda procesarse con objetividad, pero desde ya intuyo que se concluirá que la cura fue peor que la propia enfermedad. Los estragos del Sars Covid 2 son inmensamente mayores que las dos guerras mundiales, y no por las pérdidas de vidas humanas, sino por la destrucción de la economía mundial. Ahora, cuando tras más de cinco meses de encierro y parálisis los países tímidamente buscan recuperar algo de normalidad, la OMS vuelve a advertir que pueden venir otros brotes y destapar nuevas alertas. Sin dudas, es su misión enfocarse únicamente en prevenir enfermedades. No les corresponde a ellos aquilatar las demás aristas de la humanidad, como son la educación, la economía y sobre todo por lo que el mundo ha librado sus mayores batallas: la libertad. Evidentemente, estas recomendaciones sanitarias de la OMS sobrepasan la capacidad de legítima intervención de los burócratas desde Suiza. Las políticas públicas que deben tomar los gobiernos, deben fundamentarse en sólidos criterios políticos y técnicos, y dentro de éstos, naturalmente se encuentran los científicos. Sin embargo, si algo comparten estas recomendaciones y decisiones gubernamentales, es que se está actuando a ciegas. Si, así es. A ciegas. [caption id="attachment_51707" align="alignright" width="371"] Durante la pandemia de gripe española en 1918.[/caption] Desde la â??Gripe Españolaâ? hasta hoy Si vemos los reportes de principios de siglo pasado, mas específicamente del año 1918, cuando la llamada â??Gripe Españolaâ? azotó por igual gran parte del mundo incluyendo a la Republica Dominicana, nos sorprende que las medidas han sido básicamente las mismas. En efecto, en publicación del historiador Frank Moya Pons se reporta que las autoridades de la ocupación norteamericana adoptaron medidas de cierre de teatros, aislamiento y cuidado de la higiene personal, pero nunca se cerró la economía totalmente. Parecería que en cien años la ciencia no ha avanzado a pesar del formidable crecimiento económico, y extraordinario desarrollo tecnológico y científico. También parece ignorarse deliberadamente que periódicamente se han producido brotes de enfermedades similares al COVID-19, cuando hace cerca de 20 años se produjo el Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS), y diez años después otra variante del mismo coronavirus en Medio Oriente llamado MERS. Cada diez años se reporta una variante del coronavirus, pero es la primera vez que se conmina a toda la humanidad a cerrar sus fronteras, aislarse y paralizar toda actividad social, económica y productiva. Las alarmantes cifras de contagios y muertes, que se reportan mundial y localmente a diario, siguen patrones erráticos que aparentan alertar sobre lo impredecible que resulta el virus y la limitada capacidad humana para resistirlo. Pero no son más que cifras parciales, de escaso valor científico, porque no pueden siquiera colocar en contexto el impacto del virus sobre la salud humana, y si las medidas recomendadas son acertadas. En el caso dominicano, si tomamos por ejemplo la data de la semana del 9 al 14 de mayo, no es posible definir un patrón para determinar si se ha llegado al pico de contagios, porque el número de pruebas realizadas, según los reportes de Ministerio de Salud, no es constante, por lo que el número de casos siempre resultará errático y provocará mayor o menor alarma, conforme las autoridades decidan aplicar más o menos pruebas. Cabe destacar que el patrón de muestras se hace en base a la demanda, o sea, responde a personas con síntomas relacionados con la enfermedad, lo cual no es una muestra representativa de la progresión del virus dentro de la sociedad en general, y no es, por tanto, un parámetro adecuado para determinar la velocidad de la apertura. No obstante la decisión se ha tomado de iniciar la reactivación social y económica a partir del 20 de mayo en cuatro fases, hasta llegar a la apertura total en el mes de julio. Las autoridades han sido enfáticas en indicar que el progreso está condicionado a la evolución de la enfermedad, específicamente si se detectan nuevos brotes que puedan hacer colapsar el sistema sanitario. Pero, ¿cómo se podrá determinar esto, en base a cantidad de casos incrementados o disminuidos conforme la cantidad de pruebas administradas a personas sintomáticas? ¿Dónde están las pruebas aleatorias? ¿Dónde está la segmentación que permite identificar edades, sectores vulnerables, variables de riesgo? En política, que es el ambiente en el que me desenvuelvo, no se toman decisiones políticas ni electorales sin encuestas. Los análisis estadísticos forman parte de la base científica que a diario moldea la toma de decisiones. ¿Acaso no se pudiera hacer lo mismo, tomando muestras diarias representativas y aleatorias por región, de suerte de no sólo tomar muestras a los sintomáticos, sino a una población en general, para determinar cómo crece o no la enfermedad o cómo resistimos los dominicanos el virus? Los países que mejor han manejado la pandemia coinciden en haber realizado enormes cantidades de pruebas. En nuestro país, la compra de las pruebas se ha dejado a la campaña política. Pero aun reconociendo que las pruebas son costosas y escasas, es posible hacer un uso más efectivo de ellas si se combinan con las estadísticas y el análisis científico, pues sólo así tendremos datos claros del comportamiento de la curva e incluso el nivel de inmunización que podría tener la sociedad dominicana. Estos datos son los que nos permitirían saber la velocidad y amplitud de la apertura. Apertura versus secuelas Debemos aplaudir la apertura. Era necesaria, no sólo desde el punto de vista económico, sino también social y sicológico. El Banco Mundial ya estima que más de 60 millones de personas en todo el mundo volverán a la condición de extrema pobreza. Un verdadero crimen, del cual el virus es sólo parcialmente responsable. La decisión de detener el motor que impulsa el desarrollo y la calidad de vida, fue tomada sobre la base de patrones y parámetros a partir de lo que acontecía en otros países, con condiciones climáticas, poblacionales, económicas y sociales muy distintas, y no nos hemos detenido a analizar científicamente cómo se ha manifestado el virus en nuestra población. Sólo con pruebas realizadas de manera inteligente siguiendo un método científico, y no un patrón en base a la demanda administrados de forma discrecional, podremos ver real y efectivamente luz al final del túnel. Sin pruebas en cantidad suficiente y administradas de manera general, o al menos aleatoria, estaremos dando pasos a ciegas.]]>