lunes, octubre 7, 2024
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EDITORIAL / Homicidios, flagelo que llama a preocupación

Durante los primeros seis meses de este año se han registrado 30 homicidios en la provincia La Altagracia, 16 con armas de fuego y 14 con armas blancas, es decir, objetos punzo penetrantes, de acuerdo a una historia contada por la periodista Romayra Morla en la presente edición del semanario El Tiempo.

Los datos presentados en la referida investigación indican que la mayoría de los casos están involucrados jóvenes entre 20 y 24 años de edad, la mayoría de los cuales fruto de trifulcas por diversas causas no descritas por las autoridades policiales de la provincia.

Esa información la confirma el capitán José Ricardo Ramírez, encargado del Departamento de Homicidio de la Policía en Higüey, explicó que influyen varios factores en el aumento de los casos de homicidio como; los conflictos sociales entre jóvenes de 20 a 24 años de edad que por cualquier situación se ven involucrados en un crimen.

El oficial dice más: â??estos hechos por lo general se producen en los centros de diversión nocturnos, a la hora de la salida, personas embriagadas, en ocasiones alguien pisa a otra persona y así comienzan las discusiones. También por una novia, una riña que finalmente los conllevan a un desenlace violentoâ?.

La simple presentación de esas estadística en sólo seis meses de un año, debería llamar a preocupación a las autoridades nacionales y municipales, así como a las organizaciones de la sociedad civil, ya que cada día al cementerio va a parar el cuerpo de un joven que, enrolado en programas de capacitación y actividades de desarrollo, podría haberse convertido en un ente del progreso de nuestra provincia.

En La Altagracia cada día fallecen jóvenes no sólo por riñas y enfrentamientos en sus comunidades y centros de diversión, sino también en accidentes de tránsito, principalmente a bordo de motocicletas.

La pérdida de miembros de este importante segmento de la población, tanto en conflictos como en accidentes de tránsito, sin dejar de mencionar la alta tasa de afectados con lesiones permanentes, es motivo para que las autoridades y la sociedad en sentido general comiencen a analizar esos números y de inmediato se trabaje en la articulación de un programa dirigido a la juventud.

La pérdida de vidas de uno de los principales activos de una sociedad no debería convertirse en una tendencia en una provincia donde la principal mano de obra, precisamente es la joven.

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