Melvin Mingó
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HIGÜEY. Fue para el año de 1954, bajo el gobierno municipal de Manuel E. Méndez Núñez que se construyó la primera gallera en el municipio cabecera. Hasta ese momento, aquella tradición traída a nuestro país por los españoles, era practicada con fiel devoción por los campesinos higüeyanos que cruzaban las praderas para ir donde el compadre a “topar” gallos y, al mismo tiempo, a botar el golpe en el patio de la casa.
Décadas después, La Altagracia ha sido considerada una de las provincias con mayor actividad gallística de la región Este y de todo el territorio nacional. Esto se debe a que la vocación y el amor por los gallos han sido transferidos de generación en generación, haciendo que los higüeyanos no se quedaran en el pasado, sino que hoy en día sean reconocidos por tener las mejores trabas del país.
“No basta con tener un buen padrote sino se cumple con las reglas que adornan la crianza del ave. Una vez que nace, se requiere de mucha higiene, de medicamentos que son suministrados a través de vacunas y de una serie de preservativos y antivirales.
A esto se suma la entrega, la dedicación y la constante supervisión de cada uno de los empleados”.
Nos comenta Don Ramón Valdez Tavarez, mejor conocido entre los galleros como Momón Tavarez, dueño de la traba Valdez-Tavarez y quien llegó a pagar 500 mil pesos por un ejemplar que tiene por sobrenombre “La Fiera”.
Este criador está consciente del riesgo que corre su inversión puesto que, según el mismo nos cuenta, la tasa de mortalidad en los gallos es muy alta.
El tiempo promedio para que un gallo, después que nace, salga a su primera pelea es de 8 a 9 meses. Llevarlo a esa edad le ha costado a su dueño cerca de RD$ 3,000.00, lo que indica que en una traba donde haya 400 gallos, prepararlos para su primera pelea tiene una inversión de más de 1 millón 200 mil de pesos. A esto se suma la adquisición de ejemplares que son comprados exclusivamente para el encaste y que en nuestro país llegan a costar hasta 500 mil pesos.
Esto lo aseguró el Anordo Morales Pión, propietario de la traba Severo Morales (SEMOSA), quien cuenta con más de 400 gallos, sin contar las gallinas y cada pollo, considerados como miembro de la familia.
“El deporte del pico y las espuelas es el preferido desde hace mucho tiempo por el campesino higüeyano. Lo considero un deporte que une las clases sociales de nuestro pueblo. En una gallera coincide el rico con el pobre, el patrón con el empleado, allí todos somos iguales. Yo cada gallo lo trato como uno de mis hijos, esas aves forman parte de mi familia”, dijo Morales, quien junto a sus hijos se convirtió en uno de los primeros higüeyanos en ser socios del Coliseo Gallístico de Santo Domingo.
Pero no todo ha sido alegría. Para enero del 2008 en Higüey fue detectado el virus de la Influenza Aviar, lo que llevó a las autoridades del Ministerio de Agricultura y al Departamento de Sanidad Ambiental a sacrificar centenares de aves. Las pérdidas que les generaron esos operativos a los galleros de Higüey superaron los seis millones de pesos.
Sin lugar a dudas, los gallos no sólo forman parte del entretenimiento, diversión y la cotidianidad del higüeyano, ahora también se ha convertido en ala de la economía informal altagraciana.
ACTUALMENTE EN LA PROVINCIA LA ALTAGRACIA hay unas 40 galleras debidamente registradas, mientras las no reguladas duplican dicha cantidad. Dentro de cada una de ellas las apuestas en peleas especiales alcanzan valor de hasta 100 mil pesos y como dicen los galleros, ese es el único negocio que se hace de boca y sin firmar un documento; pero se cumple.