Cosas de la misa
Cuando llegó se dirigió a la iglesia San Dionisio, donde recibió los saludos sacrosantos de la curia y escuchó un Té Deúm, en su honor, oficiado por el sacerdote higüeyano, Bernardo Montas.
Quien cuando ejercía su ministerio de sacerdote en Hato Mayor del Rey, vio las huestes de la soldadesca norteamericana, dirigida por el teniente Trujillo, castigar un joven seglar de la parroquia, que ayudaba en los oficios religiosos en la iglesia de Hato Mayor, el cual confundían con alguien que era de los denominados gavilleros -patriotas, que se habían ido a pelear al monte para defender sus propiedades y familiares-.
Atado por los brazos, uno a un caballo, otro al otro caballo, otro atado a una pierna y la otra pierna, atada a otro animal, era conducido por un soldado que se encargaba de hacerlas caminar. Perdían las extremidades superiores y las piernas en iguales direcciones opuestas, hasta que se desprendían descuartizadas, de su base o fuente.
El padre Bernardo Montas, recurrió al segundo teniente en procura de clemencia, ahora allí, con la asistencia de los feligreses que al escuchar las campanas sonar, sabían que había misa y fueron a la iglesia. Más los empleados que enterados por los correos de boca a boca, pues no había teléfono, ni medio de comunicación alguna que no fuera la más antigua, colmaron la iglesia y asistían a conocer y ver de lejos tan distinguido visitante; para el padre Bernardo Montas estaba allí, esperando ser beneficiado con la santidad de una misa a su favor.