viernes, julio 26, 2024
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PINCELADAS / Siete de julio, pinceladas de una vida

Ernesto Rivera (DUKE).[/caption] Ernesto Rivera (DUKE) / redaccion@editorabavaro.com

La universidad (1-2)

Vamos a entrar en una parte que considero de las más importantes de nuestras vidas, tanto de la tuya como de la mía. De esa parte donde lo de niño mimado es etapa liberada y comienza a forjarse el verdadero hombre.

Ingresé a la Universidad de Santo Domingo en 1959, un año antes que tú. Tiempos difíciles aquellos, de revueltas, amagos de invasiones, persecuciones políticas, apresamientos y desapariciones.

Desde un principio fui a residir en el Colegio Mayor Universitario San José de Calasanz, dirigido como tú recuerdas por los padres escolapios y bajo la rectoría del padre Joaquín Ferragud Perales.

En aquel Colegio Mayor, que en principio fue solo residencia universitaria, estaba la flor nata del estudiantado nacional. Muchos nos veían como hijos de papi y mami. Otros peor aún, como niños mimados del régimen y para colmo, nuestro colegio se identificaba como ·Fundación Generalísimo Trujillo�. Qué lejos estaban de la verdad.

Juzgaban así, porque encabezábamos los desfiles en honor del Jefe con un uniforme elegantísimo: chaqueta de casimir azul marino, camisa blanca, pantalón y corbata gris, y zapatos negros. El pecho cruzado con una beca de paño azul con el escudo del Colegio Mayor.

No bien terminaba el desfile, ahí estaba la llamada del Jefe al padre rector felicitando a los estudiantes por la elegancia y gallardía mostrados en el acto.

¿Mimados del Jefe? Gran equivocación como se verá más adelante. Allí estaban concentrados casi todos los jóvenes fundadores del 14 de Junio, tú lo sabes mejor que yo. Todos los nombres y apellidos de los gestores de ese glorioso movimiento venían principalmente de Conuco y Ojo de Agua en Salcedo, de Montecristi, Santiago, La Vega, Moca, Puerto Plata y San Francisco de Macorís. Todos estaban allí. Precisamente esos mal llamados mimados, fuimos los primeros en ser perseguidos en una forma u otra, encarcelados o torturados cuando comenzó a grietarse el régimen. De ello hablaremos más adelante.

Mis años de universidad, no obstante la situación política, parecían una extensión de los del bachillerato, sobre todo, porque la gran mayoría de mis compañeros venían del interior y muchos vivíamos en el Colegio Mayor, estudiábamos juntos, comíamos a la misma mesa y hacíamos vida en comunidad.

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