Modernamente el hábito de succión digital “chuparse el dedo”, se maneja distinto a mi generación. Hoy en día tratamos el hábito de una manera más respetuosa. Desde el útero vemos en ocasiones al bebé chupándose el dedo. Lo vemos bonito y aplaudimos ver bebés en sus primeros meses de vida hacerlo, pero se va volviendo molesto y tortuoso cuando pasan los años y el hábito persiste.
Cuando llegan las amigdalitis a repetición y visitas al pediatra. Ahora con el temido covid-19, el hábito de llevarse los dedos a la boca es más preocupante. Desde el punto de vista dental, el hábito de succión digital, empuja los dientes hacia delante, abriendo una brecha entre los dientes de arriba y de abajo. Mientras más frecuencia y fuerza en la succión haya, más abierta estará esa mordida, lo que creará un espacio para la lengua, y de manera secundaria un segundo hábito; el de deglución atípica, el cual no es más que proyectar la lengua hacia delante al tragar (en vez de colocarla en el paladar), abriendo aún más la mordida.
Veamos ahora, desde el punto de vista emocional, qué representa la succión del dedo en el niño: seguridad, la herramienta para tranquilizarse y auto-regularse. Para ilustrar esto tengo un par de ejemplos: un niño sobre estimulado con muchos sonidos, un espacio abierto y mucha gente hablando, su forma de lidiar con todo eso es succionando su dedo.
Un niño agotado, que busca dormirse, se relaja con su dedo. Un niño que está esperando por una cita médica, que le genera ansiedad, su forma de sentirse seguro es succionando su dedo.
Guardando en las memorias todas aquellas técnicas de aplicar cosas desagradables en el dedo, colocar calcetines, hacer yesos, y otros inventos, hablemos del manejo actual.
Como ya sabemos que el uso del dedo tiene un factor emocional importante, trabajamos las emociones. Felicitamos cuando no lo usa, en vez de castigar porque si lo hace. Hacemos un plan con metas y premios visibles para el niño, de tal forma que el vea que si no se chupa el dedo durante todo el día, en la noche, podrá tener media hora del ipad, o dormirse un poco más tarde, por poner algunos ejemplos.
Si pasa de los seis años de edad, las muelas permanentes ya han salido y el refuerzo positivo no ha funcionado, el odontopediatra coloca un aparato, pero su uso es “para recordarle que ya no necesita el dedo”, en vez de ser un castigo, “para que no pueda chuparse el dedo más”.