SAN PEDRO DE MACORÍS. Deyanira Ricarda Fransua es una de tantas mujeres que se gana el sustento de sus familias trabajando en una casa de familia como empleada doméstica, en la ciudad de San Pedro de Macorís, sien- do parte de las exclusiones a las que son sometidas por falta de un marco legal que las trate como a empleados de otras áreas productivas.
Tiene un salario de 14 mil pesos mensuales, el cual fue acordado cuando inició su relación laboral con su patrona, con quien lleva unos cinco años laborando. Sin embargo, Deyanira no dispone de todas las facilidades, ya que carece de un seguro médico proporcionado por su empleadora, aunque tiene el subsidiado que otorga el Gobierno (Senasa), que le cubre en distintos centros del sector público y en algunas clínicas privadas.
“A mí me dan varios días libres a la semana; en algunas ocasiones me otorgan los viernes, sábados y domingos, y también algunos días libres durante la semana”, manifestó Deyanira.
Mientras que Ricarda Reyes tiene un horario de trabajo de 8:00 de la mañana a 2:00 de la tarde, de lunes a sábado, tiene un salario de 6 mil pesos mensuales. Dice que su principal responsabilidad es cocinarle a una pareja de esposos de edad avanzada, y lavarles sus prendas de vestir.
Se encarga también de la limpieza de la vivienda. Ricarda entiende que lo que le pagan no es suficiente para cubrir sus distintas responsabilidades, pero que sí le alcanzan para adquirir algunos productos básicos para sus familiares, ya que en la residencia que trabaja le suplen el desayuno y el almuerzo.
Según un estudio realizado por el Ministerio de Economía Planificación y Desarrollo, de los 4 millones 556 mil puestos de trabajo que hay en República Dominicana, 245 mil corresponden al trabajo doméstico. Esto representa un 5 por ciento, el cual dividido por género las féminas ocupan un 92 por ciento, dejando solo un 8 por ciento para los hombres que se dedican a estas labores.
La investigación arrojó además que, a pesar de ser un sector altamente femenino, existen altas brechas de género negativas para las mujeres, ya que en promedio éstas tienen un salario como domésticas estimado en unos 8 mil pesos mensuales. En tanto que los hombres que se dedican a esa labor devengan en promedio unos 12 mil pesos mensuales.
DERECHOS Y NEGACIONES
Para Emilio Morla, experto en asuntos laborales, lo primero que se debe establecer entre un trabajador doméstico y un trabajador industrializado, comercial, servicio y otras áreas, es que estos no disponen de prestaciones laborales cuando finaliza su relación laboral, como lo tienen los demás trabajadores. Explica que esto se debe a que el trabajo doméstico no representa ganancias para el empleador que recibe el servicio en una casa.
“La mujer que cocina los alimentos en una casa no lo hace para vender, sino para la familia, por consiguiente no tiene derecho a prestaciones laborales”, expresó Morla
Indicó que quienes se dedican al trabajo doméstico sí tienen derecho a vacaciones, salario de Navidad, así como la mujer trabajadora embarazada, tiene derecho a la licencia pre y post natal, es decir las 14 semanas que establece la ley.
Santo Sánchez, quien es el Secretario de Organización de la Central Nacional de Trabajadores Dominicanos (CNTD), manifestó que estas mujeres están organizadas en la Asociación de Trabajadoras Domésticas, aunque muchas no se interesan por pertenecer a este gremio, algunas por desconocimiento.
Dijo además que la República Dominicana es signataria del convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que da protección a ese sector laboral, como es el derecho a la seguridad social, tener un salario digno, como lo tienen quienes laboran en las distintas industrias y empresas.
Resaltó que en la actualidad existe una propuesta en el Consejo Nacional de la Seguridad Social, donde una comisión está trabajando la fórmula para integrar a la mujer para que puedan tener acceso a la seguridad social.
USO DE UNIFORMES
El senador por la provincia Santiago Rodríguez, Antonio Marte, sometió un proyecto de ley que busca sancionar a quienes obliguen a las domesticas a llevar de manera obligada el uniforme, cuando estas acompañen a sus patrones a distintos lugares, como centros comerciales y clubes recreativos.
En algunos casos, a estas trabajadoras se les exige llevar sus uniformes puestos para permitirle el acceso a ciertos lugares, lo que el legislador Marte lo plantea como una práctica discriminatoria. De aprobarse su iniciativa, el Ministerio de Trabajo sería el órgano regulador de esa disposición.
Santo Sánchez expresó que esa situación debe ser objeto de estudio para determinar si es discriminaría o no. Mientras que Emilio Morla, con amplia experiencia en el Derecho Laboral, sostiene que el uso de los uniformes es una decisión de la trabajadora y de sus empleadores, y no ve que esto sea discriminatorio.
Algunas trabajadoras domésticas consultadas por El Tiempo explican que no todos los patronos les exigen el uso del uniforme, pero que en algunas ocasiones sí. Deyanira Ricarda Fransua contó que, mientras laboraba en una residencia, cuando tenían que ir al supermercado con los niños la señora de la casa le exigía el uso de uniforme.
Pero expresa que tal situación no la molestaba, manifestando que es un trabajo como cualquier otro. En el mes de abril el ministro de Trabajo, Luis Miguel de Camps, sostuvo un encuentro con representante de trabajadoras domésticas, donde socializaron, junto a las centrales sindicales, la propuesta de resolución que busca regular los derechos de las trabajadoras de los hogares.
Entre los puntos tratados en ese encuentro estuvo el relacionado al salario mínimo, para que sea llevado al Comité de Salarios, como ocurre con los distintos sectores de las actividades productivas. Además, se discutió sobre el horario de trabajo, donde se busca que las jornadas no excedan las 48 horas semanales.