LA ROMANA. Los monumentos y la arquitectura, aportan conocimiento a las generaciones actuales y futuras sobre el estilo de vida de tiempos pasados. En esta ciudad, lamentablemente, estos elementos están amenazados de desaparecer debido al desinterés de las autoridades competentes y a la falta de aplicación de las leyes destinadas a preservar la memoria histórica, arquitectónicas y culturales.
Esta situación se debe a la preferencia por nuevas ideas de desarrollo y modernidad, las cuales se basan en la demolición de casas históricas para dar paso a edificaciones contemporá- neas. A pesar de la existencia de leyes como la Ley General de Patrimonio (Ley 492) y la Ley 176, que establecen como responsabilidad de los Ayuntamientos la protección de los patrimonios, y de la Resolución 07-2006 aprobada por el Concejo de Regidores, que crea la Comisión Provincial de Patrimonio Cultural de La Romana, conformada por diversas entidades, el pasado histórico arquitectónico de la ciudad está siendo sepultado por las nuevas ideas de desarrollo.
En la Resolución 07-2006, se propone inicialmente delimitar el área a proteger del casco urbano antiguo, que se extiende desde la calle Teniente Amado García al norte, la Avenida Libertad al sur, la Ría Romana al este y la Avenida Santa Rosa al oeste.
Esta resolución también establece en su tercer párrafo que cualquier demolición de inmuebles en la ciudad debe contar con la aprobación de la comisión mencionada anteriormente. Lamentablemente, el pasado mes de noviembre se llevó a cabo la demolición de una casa de dos niveles ubicada en la Avenida Juan Pablo Duarte, cercana al parque central. Esta casa, construida alrededor de 1920, contaba con una impresionante fachada, balcones y ventanales, y fue la sede de la Cámara de Comercio de La Romana.
A lo largo de los años, otros inmuebles de interés histórico han sufrido un destino similar. Entre ellos, se destacan la casa de la familia Pérez, ubicada en la calle Altagracia #11 esquina Restauración, construida en 1920 con características arquitectónicas notables, así como la obra del arquitecto Tomás Saviñón de dos niveles, perteneciente a la familia Almenteros y construida en argamasa en 1940, siendo el único ejemplar de su tipo en la región Este.
También se recuerda la residencia de la familia Duluc, cercana al desaparecido mercado municipal, y la casa donde se cree vivió Francisco Richiez Ducodray, considerado el padre de La Romana, ubicada en la esquina de la calle Altagracia, entre otras. La desaparición de estos inmuebles emblemáticos y con gran valor histórico es una pérdida irreparable para la identidad cultural de La Romana. Es crucial que se respeten y apliquen las leyes existentes para proteger este patrimonio invaluable y preservar la historia y la identidad de la ciudad para las generaciones venideras.