martes, abril 30, 2024
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SIN TAPUJOS

“Yo tengo…”

En la sociedad contemporánea, es común encontrarse inmerso en conversaciones donde el ego individual es el protagonista indiscutible. La simple exposición de logros es hoy una competencia inútil por la superioridad. De esta manera, la cultura del «yo tengo» permea todos los aspectos de nuestra vida cotidiana.

Desde las redes sociales hasta las conversaciones de café, la gente parece estar obsesionada con demostrar que son dueños de una vida más plena, exitosa o emocionante que la de los demás. ¿Qué subyace detrás de esta necesidad constante de compararse y competir? Miremos posibles razones.

La competencia constante basada en el «yo tengo» revela, de entrada, una profunda inseguridad en la autoestima de las personas. La necesidad de resaltar constantemente los propios logros sugiere que la validación externa es esencial para mantener una imagen positiva de uno mismo.

Esta mentalidad competitiva no solo pone a filo de navaja la autoconfianza, sino que también crea un entorno en el que la conexión genuina entre individuos queda eclipsada por la necesidad de destacar.

Además, el enfoque excesivo en los logros personales fomenta la individualidad. En lugar de celebrar los éxitos colectivos y aprender unos de otros, nos encontramos en un constante juego de demostrar quién tiene más, quien ha logrado más, creando una dinámica tóxica que desalienta y corroe la sana relación con nuestros semejantes.

El fuego cruzado de una conversación centrada en el «yo tengo» revela una falta de aprecio por la riqueza de la experiencia humana compartida. Deberíamos reconocer la importancia de la celebración de los logros ajenos. Al hacerlo, podremos superar la falacia del «yo tengo» y construir vínculos más significativos. Aunque suene poco creíble, todavía son más los que valoran la humildad y la prudencia.

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