En el artículo anterior explicaba sobre el inicio de los videojuegos y el impacto económico que representa en la actualidad, también existe el debate de que si son un deporte. Para serlo debe cumplir con ciertas características como las siguientes: ¿Existe un rendimiento en las personas que lo practican? En el caso de los esports el rendimiento es mayor a nivel mental. ¿Existe la participación organizada? Los torneos cuentan con un reglamento y están regularizados, las personas que los practican entrenan y por último existen normas en los equipos y en las competencias.
De acuerdo con lo mencionado podemos decir que cumple con lo necesario para considerarse un deporte. Otra duda que se plantea es, si ¿es dañino estar frente a la pantalla tantas horas? Y acá hay que hacer una diferenciación entre una persona que puede jugar todo el fin de semana un video juego con sus amigos a una persona que pasa el fin de semana o meses entrenando para una competencia donde estará enfocando el tiempo en pantalla en mejorar el tiempo de reacción o la toma de decisiones. También puede trabajar su autoconfianza o puede preparar una estrategia para la competencia donde aplica lo técnico-táctico para la competencia.
Desde esta perspectiva las investigaciones que se han realizado demuestran que la práctica deportiva en esports aumenta las habilidades psicológicas, la memoria de trabajo, la flexibilidad cognitiva, la habilidad para procesar múltiples elementos informativos, la habilidad para procesar información periférica y la habilidad para procesar la comunicación verbal.
En conclusión, las personas que practican e-sports mejoran la toma de decisiones, la reflexión y elementos de aprendizaje individuales y colectivos y demuestra la capacidad de los jugadores de adaptarse a desafíos cada vez más complejos. La práctica regular mejora el procesamiento visual, la atención, la capacidad de movilidad y el control cognitivo.