lunes, octubre 14, 2024
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Algo más que palabras: Rectitud y clemencia 

Todos necesitamos el aire de la rectitud y de la clemencia para poder subsistir en un mundo que continúa despojando a los pobres de sus derechos, que no se esfuerza en trabajar por las exigencias del bien colectivo, ni por activar los quehaceres de servicio, cultivando el raciocinio y ejercitando la ética. Ciertamente, causa verdadero pánico la deshumanización y la inhumanidad que nos gobierna, al desatendernos como especie globalizada de la fuerza del auténtico amor, y dejarlo todo en manos de las potencias capitalistas, que suelen actuar en la mayoría de los casos, movidos por sus intereses mundanos. 

De esta situación, tenemos que despertar, para instaurar estructuras ecuánimes e instituciones vigilantes que nos refuercen hacia otros caminos más imparciales, que sepan administrar mejor los recursos y compartirlos sin discriminación. En este sentido, nos alegra que Europa quiera ser el primer continente climáticamente neutro y para ello trabaja en convertirse en una economía moderna y eficiente en el uso de los recursos. Ya veremos si lo consigue; puesto que sería bueno para todos, ya que aumentaría el bienestar y mejoraría la salud de los actuales ciudadanos y también las generaciones futuras. 

En cualquier caso, tenemos que reivindicar el verdadero amor entre sí. Es verdad que nos hemos globalizado, pero por esa ausencia de afecto, hay una fragmentación social que aviva todo tipo de conflictos. No se trata de colonizarnos unos a otros, sino de querernos y sentirnos familia, preservando la identidad; porque el ser humano, más allá de un coraje cabal, tendrá siempre deseos de amar y de sentirse amado. Sin duda, no hay como ejercitar la estima para divisar los horizontes clareados. 

En el fondo, es el único sol de justicia, que nos fortalece de las oscuridades. Al fin y al cabo, no lo olvidemos tampoco, lo importante es salir del estado de confusión, con la honestidad y la tolerancia necesaria, pero sin dejarse hundir por el miedo. A propósito, quiero recordarme de esas gentes que son víctimas del bochornoso mercado de compra-venta. En demasiadas ocasiones, están sumamente influenciadas por los traficantes. Tienen un sentido de amor o lealtad hacia ellos, o han sido adoctrinadas para contar cierta historia, que nos desvirtúan la acción y nos dejan sin palabras. Sea como fuere, no debemos debilitarnos. 

Unidos es cómo podemos luchar contra la trata de personas y toda forma de esclavitud y de explotación. Indudablemente, hemos de solidarizarnos con tanto impulso decaído y doliente. Que no nos falte el valor para hacerlo. Téngase presente, que una economía sin tráfico es una economía humanizada y esto ya es un gran avance.