domingo, noviembre 24, 2024
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Algo más que palabras: Los linajes en una tierra inestable

Algo más que palabras: Los linajes en una tierra inestable

Víctor Corcoba Herrero | corcoba@telefonica.net
Hay que regresar a ese espíritu armónico, por muy divergentes que sean los andares. Los espacios comprensivos del hogar pueden ser un buen horizonte a conquistar, sobre todo cuando en el nido no se anuda a nadie y, sin embargo, se anida amor a raudales. Esto, por sí mismo, ya es vida en abundancia. Lo decía el inolvidable dramaturgo español, Jacinto Benavente (1866-1954), â??en cada niño nace la humanidadâ?; por eso, nada de lo que le suceda a un individuo nos debe resultar ajeno y ha de conmovernos, pues tan significativo como mantenerse vivo es conservarse humano. Justamente, con la pandemia actual del COVID-19, no sólo se pone de manifiesto la importancia de que los Estados inviertan en políticas sociales, en favor de las personas y familias más vulnerables, es menester activar los afectos para que los vínculos entre moradas sirvan de consuelo y esperanza, que es lo que realmente nos pone en movimiento, al sentirnos amparados y protegidos por las raíces genealógicas. Lo innato va con nosotros, y es sentirnos comunidad, lo que requiere menos individualismos y más generosidad; mayor compromiso, fidelidad y paciencia de unos hacia otros, ya que la única oportunidad que tenemos en una tierra inestable, como la presente, para que pueda florecer, pasa por el respeto que nos demos y la entrega con la que nos cuidemos la existencia de nuestras distintas ramas. Mal que nos pese, son estos brotes los que verdaderamente nos sustentan el tronco de la estirpe humana. En efecto, toda vivienda ha de ser como una lámpara; y, como tal, siempre dispuesta a alumbrar y a recoger corazones. Sin duda, necesitamos de una nueva luz más equitativa, que aminore la incertidumbre y el estrés de la ciudadanía, inmersa en una cultura desesperante posesiva, que genera dentro de las diversas razas, unas dinámicas de bochorno, intransigencia y ofuscación, que nos llevan a nuestra distintiva destrucción. Ojalá despertemos de este afán acaparador y nos hagamos más humildes, para ser capaces de mirar más allá de nuestros deseos y necesidades. Quizás este sea el momento en el que el ser humano ha entrado en crisis. La sociedad camina desmembrada, mientras las familias se desmoronan en mil batallas absurdas. No podemos afrontar esta situación de modo superficial, hace falta valor y valentía, sincerarse uno consigo mismo, ponerse en diálogo después, conciliar nuevos lenguajes, cuando menos más transparentes y de donación de hechos reales; lo que nos exige a todos los seres humanos a oponernos al rencor, a tratarnos con dignidad como estirpe y a difundir el espíritu amable en nuestras actividades. Por desgracia, el mundo camina inseguro y, además, con una inquietante oleada de resentimientos, tanto en las democracias liberales como en los sistemas autoritarios.]]>