VERÓN.- Se estima que un 20 por ciento de usuarios de gafas no renueva sus gafas hasta pasados cinco años o más. Estas personas no cambian sus gafas hasta que las lentes estén ralladas, presenten roturas o sufran cualquier otro problema. Sin embargo, esto no es lo más correcto para mantener en buenas condiciones nuestra salud ocular.
Además, según el Libro Blanco de la Visión, un 72% de los pacientes no acude a sus revisiones porque creen ver correctamente, ignorando si padecen de algún problema visual o han tenido cambios en su graduación.
Las gafas no son un artículo de lujo, sino un elemento de primera necesidad para muchos usuarios, la industria lo sabe y por eso cada vez existen mejores ofertas en cuanto a gafas. La oferta en lentes y monturas, así como en cuanto a calidades, diseños y características, es cada vez más amplia. Al mismo tiempo, los precios se adaptan mejor a todos los bolsillos, por lo que el esfuerzo económico que antiguamente exigía el hecho de cambiar de gafas ya no lo es tanto.
No esperes a notar que estás perdiendo calidad de visión con tus gafas actuales. Anticípate acudiendo a revisión visual cada año en el óptico optometrista para comprobar si tus dioptrías han variado o no.
Recuerda que la prioridad para renovarlas debe ser siempre que respondan al fin para el cual están concebidas: mejorar nuestra calidad visual, compensando a la perfección los defectos refractivos que podamos tener (miopía, hipermetropía, astigmatismo, presbicia).
Por otra parte, si al llevar tus gafas actuales, notas síntomas como visión borrosa, molestias oculares, dolor de cabeza, parpadeo constante, cansancio… será fundamental que visites al óptico optometrista cuanto antes, ya que esto es señal de que tus lentes no son las correctas para mejorar tu vista.
Lo que debes evitar es comprar gafas premontadas, también conocidas como gafas de farmacia. Te puede parecer la solución más rápida y barata, pero realmente es la menos segura para tus ojos.
Las gafas son un objeto personal de uso diario, motivo que justifica de largo el desgaste que suelen sufrir. Aunque actualmente se fabrican en materiales de alta resistencia y durabilidad (acero, titanio, lentes orgánicas de gran dureza, etcétera), las gafas tienen una vida limitada: las varillas solo se podrán arreglar dependiendo del daño que hayan sufrido o del grado de deterioro, y a veces el gasto que supone el arreglo no compensa tanto como adquirir unas gafas nuevas. Si es la montura la que se ha roto, es probable que haya que sustituirla junto con las lentes –es decir, hay que cambiar de gafas– al no poderse insertar estas, generalmente, en una montura distinta a la original.