El calvario de cada año
Recuerdo vívidamente aquella mañana cuando un padre, desesperado y con el corazón roto, cruzó las puertas de mi oficina. Su súplica resonó con una desesperación que es difícil de olvidar: sus hijas no encontraban un asiento para inscribirse en la escuela. Este drama, que se repite cada año en Verón, representa un grave problema que afecta a cientos de familias que emigran a Punta Cana en busca de una vida mejor.
Esta zona, que ha experimentado un crecimiento poblacional explosivo debido al desarrollo turístico, enfrenta una crisis educativa que deja a muchos niños y adolescentes sin acceso a la educación. Las familias llegan con la esperanza de proporcionarles a sus hijos una mejor calidad de vida, pero encuentran una realidad angustiante, la falta de cupos en los centros educativos locales. Este problema es una verdadera pesadilla que pone en riesgo el futuro de los estudiantes.
El caso de aquel padre y sus hijas es solo uno de muchos. Su hija mayor, que estaba lista para iniciar el cuarto de bachillerato, se vio forzada a perder el año escolar, debido a la incapacidad del sistema educativo de Verón para absorber a los nuevos estudiantes. Esta situación tiene también un gran impacto emocional. La incertidumbre y el estrés que enfrentan estos jóvenes, sumados a la frustración de sus padres, crean un ambiente de desasosiego.
Este problema no puede seguir siendo ignorado. Las autoridades educativas deben abordar esta crisis con urgencia y con estrategias efectivas, para que todos los niños en edad escolar tengan acceso a la educación. Los padres, maestros y ciudadanos deben alzar sus voces para presionar y garantizar que se tomen las medidas necesarias. La educación es un derecho fundamental y es responsabilidad de todos asegurar que se cumpla.
