…Hasta cajas de muertos
El próximo mes de febrero, la población dominicana irá a las urnas para elegir nuevas autoridades municipales que ocuparán sus cargos durante los próximos cuatro años. Como de costumbre, los candidatos aceleran sus campañas con discursos desligados de las funciones estipuladas por la Constitución y la ley 176-07 para un gobierno municipal.
Es común escuchar a los aspirantes haciendo promesas de grandes obras y cautivando a los votantes con propuestas que exceden el ámbito de las capacidades de un funcionario municipal. Muchos se comprometen incluso con la pavimentación de calles, construcción de centros educativos y de salud, y otras infraestructuras que implican recursos que exceden por mucho el presupuesto que maneja un Ayuntamiento.
Un problema grave de nuestro sistema de partidos es la alta presencia de políticos con escasa formación académica, apáticos a la capacitación, por lo que muestran una comprensión deficiente de las responsabilidades inherentes al servicio público. Consecuentemente, la falta de formación y conocimiento sobre estas obligaciones conduce a un ejercicio ineficiente y desenfocado del poder.
En este contexto, emergen las milagrosas dádivas de cosas (dinero, comida, medicamentos, electrodomésticos, materiales de construcción y hasta cajas de muertos). Esos regalos emergen, pues, como práctica complementaria de las promesas desvinculadas de las reales atribuciones de un funcionario municipal.
Esa desconexión, descarada e insultante a la inteligencia colectiva, genera expectativas irreales en la ciudadanía. Además, una percepción distorsionada del papel del gobierno local en la gestión de políticas. La promoción de una cultura política basada en el conocimiento, la ética y el respeto a la ley resulta fundamental para mejorar la calidad de la gestión gubernamental a nivel municipal.