Filtrar expedientes
Desde el inicio de su gestión como cabeza principal del Ministerio Público, la procuradora general de la República, Miriam Germán Brito, viene insistiendo en la obligatoriedad de respetar el debido proceso en una investigación penal.
Miriam ha subrayado mil veces la importancia de no violentar el principio de presunción de inocencia, que por demás es un derecho del imputado que jamás de los jamases debería ser violentado.
Pero el gran problema de esta preocupación, es que la procuradora general ha tenido que enfrentar a gente que dentro del propio Ministerio Público se prestan para pasarle por encima a los dictámenes de su superiora.
El deber de informar a la opinión pública no puede ser el pretexto perfecto para justificar la filtración de expedientes, incluso en fase de instrumentación, como ha ocurrido innumerables veces.
Esta mala práctica lesiona la presunción de inocencia, siempre que desde los medios de comunicación se realizan juicios paralelos, donde los imputados son sentenciados a priori, de forma alegre y supremamente irresponsable.
Incluso, personas citadas como testigos de descargo en procesos judiciales son carbonizadas en esas hogueras mediáticas que acusan y afirman de todo sin tener prueba de nada. A los periodistas nos corresponde hacer seguimiento a cada tema de interés común, y hasta ir más allá de dichos y actuaciones de los protagonistas de cada hecho noticioso.
Pero es contrario al buen periodismo publicar como verdades absolutas e irrefutables elementos contentivos de un expediente acusatorio, que durante el desarrollo de una audiencia pueden ser obviados o invalidados por el tribunal apoderado.
La parte nada agradable para el sujeto agraviado, es que una vez esas informaciones circulan y crecen sin control como la verdolaga, es casi imposible revertir sus efectos dañinos, por el descrédito público que producen.
El Ministerio Público debería ser el primer interesado en parar este derrotero, porque cuando sus casos se quedan atascados en medidas de coerción que no responden a las expectativas intencionalmente creadas, entonces enfrenta los demonios de los mismos actores que aplaudieron la filtración de expedientes.