La lluvia sobre tu tierra
Luis Antonio Paulino Puello
Deuteronomio 11:14 “Yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano, tu vino y tu aceite”.
La promesa hecha a los patriarcas consistía en darle por heredad una tierra donde allí constituirían una nación, pero para que esta fuese ordenada debía tener reglamentos de como conducirse y realizar sus actividades del día a día sin olvidarse de su Dios, por esto Jehová trata directo con Moisés y le entrega la ley.
En esta escena el pueblo se encuentra haciendo la travesía del desierto hacia la tierra prometida, Moisés acá le está explicando las bendiciones de la tierra prometida donde todas estas dependía de una sola palabra, la obediencia.
Me detengo específicamente en este versículo que trata de la recolección de los alimentos. Los judíos venían de Egipto, donde los cultivos eran inundados cada año por las aguas del río Nilo y la tierra quedaba cubierta con un cieno llevado por el río que enriquecía la tierra para aquel año. En la estación seca se empleaba la irrigación, esta se empleaba mediante una pértiga, esta era una vara larga que en uno de sus extremos tenía un cubo, este era colocado en un canal abierto para entonces irrigar los cultivos.
En Canaán estas peculiaridades no existían, las buenas cosechas no dependían de la crecida de los ríos sino de la lluvia, por lo que la climatología era incierta, por lo que su seguridad era en Dios, que proveería las lluvias anuales. Tan incierta era la lluvia que la cultura cananea tenía un dios llamado Baal, que era el dios de la tormenta (Deuteronomio 11:16-17).
Así como el pueblo de Israel dependía directamente de su obediencia para sus cultivos debido a que Dios iba a mandar la lluvia dependiendo su relación con él, así mismo nosotros nuestra bendiciones dependen de Dios, aunque no tengamos un Nilo o un sistema de irrigación como lo tenía el pueblo en Egipto, aunque no tengamos el negocio que tuvimos cuando no éramos cristiano, aunque no tengamos nada, Él va a multiplicar donde no hay, aunque las matemáticas digan que cuando multiplicamos por cero el resultado es cero, Dios cambia ese pronóstico.
Dios mandará la lluvia temprana que es la que llega antes de sembrar, mandará la lluvia a su tiempo que es la que cae cuando el cultivo empieza a crecer y la tardía que es la que llega para madurar los frutos. No sé en qué etapa de la lluvia estas, pero Dios lo hará, solo mantén la obediencia para que puedas recolectar tus cultivos.
Excelente semana. Jehová llene tus graneros con abundancia.