viernes, mayo 10, 2024
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¡Hasta cuándo!

La vida de Ángel Ariel López Medina, un joven de tan solo 18 años, se apagó de forma fatal la tarde del pasado martes en Verón-Punta Cana. Fue otra de las muchas víctimas de la imprudencia que prevalece en las transitadas vías de esta localidad.

Conductores temerarios, insensibles al peligro que representan, se adueñan de las vías, convirtiéndolas en un campo de batalla donde la vida y la muerte juegan a cara o cruz en cada instante. No es un caso aislado. Los accidentes en esta zona se han multiplicado, convirtiéndose en un escenario cada vez más común.

Las calles que deberían ser vías seguras se han transformado en trampas mortales debido a la falta de respeto a las normas y a la indiferencia de aquellos encargados de mantener la seguridad vial. La sensación de impunidad entre algunos conductores se ha arraigado, como si las normas de tránsito fueran simples sugerencias sin consecuencias reales.

La inacción o la lentitud para abordar esta problemática resulta inaceptable. La urgencia de medidas es innegable. Se requiere una acción rápida, enérgica y efectiva para restaurar la seguridad en las calles de Verón-Punta Cana.

No se trata solo de imponer multas, sino de educar, de reforzar la aplicación de la ley y de concienciar a la población sobre las graves consecuencias de sus actos al volante.

 La vida de Ángel no puede ser simplemente una noticia pasajera. Debe ser un llamado a la reflexión, un punto de inflexión en la lucha por la seguridad vial. Cada vida perdida es una tragedia que debería ser prevenida.

La imprudencia al volante no puede seguir cobrándose vidas inocentes. La memoria de Ángel, y la de tantos otros que han perdido la vida en circunstancias similares, merecen justicia. Merece un compromiso real con la seguridad vial. Es hora de actuar, antes de que otra vida se apague prematuramente en las calles de Verón-Punta Cana.

Sin Tapujos

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