domingo, noviembre 24, 2024
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ALGO MÁS QUE PALABRAS

Forjándonos en el amor; reconstruimos la unidad

Nada se entiende sin amor, será el modo de abrazar la paz y de resplandecer armónicamente de manera auténtica, cuestión más que requerida en estos tiempos de confusión y simulación permanente.

Parece que nos hubiésemos globalizado para martirizarnos entre sí, en lugar de hermanarnos, de engrandecernos como familia y generar moradas con un símbolo de esperanza. Necesitamos acrecentar nuestra propia continuidad como linaje, reconstruyéndonos juntos en la edificación de un mundo mejor que pueda ofrecer el porvenir que deseamos. Hoy en día, la urgencia de que todos los países se unan para cumplir la promesa de las Naciones Unidas nunca ha sido mayor.

Está visto que tenemos que modificar nuestra forma de vida, de vivir y de relacionarnos, con abecedarios más comprensivos y con honestas actitudes que van más allá de las barreras geográficas territoriales, del lugar donde se habite o se haya nacido, o de nuestros propios intereses económicos y políticos, que suelen aplicar la consigna del “divide y dominarás”.

¡La confusión es tan grande como la falsedad sembrada! Todo se cuestiona, pero a favor del poder y de sus privilegiados. No hay un auténtico proyecto de amor colectivo; y, así, la sociedad se retrotrae, reduciéndose a la prepotencia del más fuerte en un estado salvaje.

El amor de amar amor debe espigar de nuevo en todos los órganos. ¡Dejemos de ser piedras en el camino! Cuidarlo que nos rodea y acompaña es vigilarnos a nosotros mismos. Estimar la cultura del querer a pecho descubierto concurre en despojarse de uno mismo y en retener los vínculos de estirpe. La humanidad tiene su sustento en el calor de la ternura y sus pasos en la efusión del lazo de los diversos latidos, que se afanan y desvelan en hacer hogar y en rehacerse con la quietud de una mirada que acaricia y no envenena. Hay que descontaminarse.

Quizás nos sea saludable, dejar de violar los derechos humanos, que han de ser iguales para todos. Ciertamente el futuro es nuestro y todo se cura con el impulso del amor y con el ejercicio de amar. Bajo este hálito tenemos que movernos, acudir a reencontrarnos para subsanar las deficiencias de la gobernanza global, reafirmándonos en sentar las bases de una cooperación mundial, nutridos por lenguajes del alma y colmados por la verdad de sus obras. ¡Fuera engaños!

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