PUNTA CANA. El asesinato del dictador Rafael Leónidas Trujillo, el 30 de mayo de 1961, fue un evento cuidadosamente planeado por un grupo de conspiradores, muchos de los cuales eran figuras conocidas en el círculo militar y político del país.
Los responsables de planificar y materializar la muerte a tiros de Trujillo fueron:
Luis Amiama Tió, Amado García Guerrero, Pedro Livio Cedeño Herrera, Antonio de la Maza, Antonio Imbert Barrera, Salvador Estrella Sadhalá, Huáscar Tejeda Pimentel, Roberto Pastoriza, Luis Manuel Cáceres (Tunti) y los hermanos Modesto y Juan Tomás Díaz.
Tan pronto el régimen se enteró que su cabeza había caído mortalmente herido a balazos, se inició una feroz persecución contra cada uno de esos valientes dominicanos.
Pero, ¿cómo apresaron los temibles agentes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) a gran parte de los los complotados, en prácticamente tiempo record?
La rápida reacción y el éxito del SIM en capturar a los conspiradores se debieron a varios factores. Miremos:
Red de informantes y vigilancia: El régimen de Trujillo mantenía una red extensa y bien organizada de informantes y agentes de inteligencia. Esto significaba que el SIM ya tenía información sobre posibles opositores y conspiradores antes del asesinato. Además, tenían métodos efectivos para recolectar información rápidamente tras el evento.
Conocidos del régimen: Muchos de los conspiradores eran personas cercanas al régimen de Trujillo, incluyendo oficiales militares y figuras políticas. Estos individuos ya estaban bajo alguna forma de vigilancia o eran personas de interés para el SIM, lo que facilitó su identificación y captura.
Operativos rápidos y coordinados: Tras el asesinato de Trujillo, el SIM implementó operativos de seguridad y búsqueda de manera inmediata y coordinada. La rapidez de estos operativos fue crucial para evitar que los conspiradores pudieran esconderse o escapar.
Tortura e interrogatorios: El SIM era conocido por sus métodos brutales de tortura e interrogatorios. Capturar a unos pocos conspiradores permitió que, bajo coacción, revelaran información sobre los demás involucrados. Esto creó un efecto dominó que facilitó la captura rápida de la mayoría de los implicados.
Información de los aliados de Trujillo: Algunos miembros del círculo íntimo de Trujillo que no estaban directamente involucrados en la conspiración pero conocían a los conspiradores colaboraron con el SIM, proporcionando información clave.
El asesinato de Trujillo fue un golpe significativo al régimen y a la estabilidad del país. Los agentes del SIM estaban altamente motivados para restablecer el control y eliminar cualquier amenaza a la continuidad del régimen.
Estos factores combinados permitieron al Servicio de Inteligencia Militar actuar con rapidez y efectividad en la captura de la mayoría de los conspiradores responsables del asesinato de Rafael Leónidas Trujillo.
PRIMEROS APRESAMIENTOS
Pedro Livio Cedeño
Este héroe nacional fue efectivamente el primer conspirador capturado por el Servicio de Inteligencia Militar (SIM) tras el asesinato de Rafael Leónidas Trujillo el 30 de mayo de 1961.
Pedro Livio iba en el segundo automóvil con Huascar Tejeda, el Oldsmovil negro de Antonio de la Maza. Fue herido gravemente en el estómago y el proyectil le perforó varios órganos. Bienvenido García Vásquez y Marcelino Vélez Santana le llevaron a la Clínica Internacional, donde fue atendido en primeros auxilios por el joven médico José Joaquín Puello Herrera.
Fue detenido en una clínica después de ser operado por el Dr. Damirón Ricart debido a una herida que sufrió durante el atentado contra Trujillo. En la clínica, fue despertado y torturado por Johnny Abbes García, el jefe del SIM. A pesar de las torturas, solo pronunció una frase: ‘‘Coño, lo matamos como a un perro y ojalá volviera a vivir para volverlo a matar’’.
A continuación, Pedro Livio Cedeño fue trasladado a las instalaciones de tortura conocidas como «La 40» y «El 9», donde fue sometido a más torturas. Increíblemente, sobrevivió a las heridas y torturas. Fue condenado y encarcelado en La Victoria. El 18 de noviembre de 1961, fue trasladado desde La Victoria al Palacio de Justicia y luego llevado a la Hacienda María, donde fue asesinado por Ramfis Trujillo, el hijo mayor del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina.
Amado García Guerrero:
El aguerrido teniendo del Ejército fue uno de los primeros en ser localizado y apresado. Murió el 2 de junio de 1961, dos días después del asesinato, lo que indica que fue encontrado muy rápidamente.
Ese día, agentes del SIM lo ubicaron en la casa número 59 de la avenida San Martín, en la capital, propiedad de una tía del militar, la señora América Pereyra García, donde se escondía el teniente Amado García Guerrero.
García Guerrero enfrentó con valentía a los miembros del SIM, pero luego cayó mortalmente herido por las balas disparadas por sus enemigos, paradójicamente, el mismo día de su cumpleaños.
Juan Tomás Díaz y Antonio de la Maza
La noche del cuatro de junio del mismo 1961, Juan Tomás y Antonio intentaban encontrar refugio mientras eran perseguidos por los organismos de inteligencia del régimen, debido a su participación en el asesinato de Trujillo.
Fueron descubiertos mientras ocupaban un vehículo público y, al verse acorralados, pidieron al chofer que se detuviera en la avenida Bolívar, en la capital, frente a la Ferretería Read, en la intersección con la calle Julio Verne.
Allí se enfrentaron a seis agentes del SIM. Juan Tomás Díaz murió disparando contra los agentes. Fue herido en una pierna y luego en la cabeza, falleciendo en el lugar. Antonio de la Maza fue derribado por una ráfaga de metralleta que le abrió el pecho. Murió mientras era trasladado al hospital Marión.
AMBIENTE TENSO Y OSCURO
El ambiente en la República Dominicana tras el asesinato de Rafael Leónidas Trujillo el 30 de mayo de 1961 fue extremadamente tenso y caótico. Varios factores contribuyeron a esta atmósfera de incertidumbre y miedo:
Trujillo había gobernado con mano de hierro durante más de 30 años, y su repentina muerte dejó un vacío de poder significativo. Aunque su hijo, Ramfis Trujillo, intentó asumir el control, la falta de la figura autoritaria central creó una sensación de desorientación y lucha por el poder.
Inmediatamente después del asesinato, el SIM y otras fuerzas leales al régimen lanzaron una campaña de represión intensa para capturar y castigar a los conspiradores. Hubo detenciones masivas, torturas y ejecuciones, lo que generó un clima de terror entre la población.
La incertidumbre sobre el futuro político del país era palpable. No estaba claro si el régimen autoritario continuaría bajo un nuevo liderazgo, si habría una transición hacia la democracia o si se desencadenaría una guerra civil. La falta de claridad sobre el rumbo político incrementó la ansiedad entre los ciudadanos.
La comunidad internacional, especialmente Estados Unidos, seguía de cerca los acontecimientos en la República Dominicana. Estados Unidos tenía un interés particular en evitar que el país cayera en la órbita comunista en el contexto de la Guerra Fría que libraba en ese momento histórico con la Unión Soviética y sus aliados.
Esto llevó a presiones y maniobras diplomáticas que añadieron una capa adicional de tensión al ambiente reinante tras la muerte de Trujillo.
Aunque muchos miembros de la resistencia antitrujillista fueron capturados o asesinados, otros continuaron sus actividades, intentando aprovechar el caos para debilitar aún más el régimen y fomentar una transición democrática. Esto incluía propaganda clandestina y acciones subversivas que mantenían el ambiente de inseguridad.
TEMOR GENERALIZADO:
La población en general vivía en un estado de miedo constante. La posibilidad de ser acusado falsamente de estar involucrado en la conspiración, la incertidumbre sobre las represalias del gobierno y el temor a una posible intervención militar extranjera, mantenían a la sociedad dominicana en un estado de nerviosismo y sospecha.
Hubo purgas y cambios significativos en las estructuras de liderazgo tanto militar como político. Estos cambios abruptos y a menudo violentos contribuyeron a la sensación de inestabilidad.
Es decir en la República Dominicana posterior al asesinato de Trujillo fue uno de extrema tensión, caracterizado por la represión, el miedo, la incertidumbre política y la intervención internacional, todo en el contexto de una lucha por el poder en un país acostumbrado a la dictadura.