En los cementerios de La Romana los difuntos no descansan en paz
LA ROMANA. Se cree que, tras la caída de un ser humano, descansará en paz en su última morada, generalmente ubicada en un cementerio. El difunto es sepultado bajo tierra o colocado en un nicho de concreto para su descanso final.
Sin embargo, en los cementerios de La Romana, esto no siempre ocurre de esa manera, ya que muchos de estos lugares presentan un marcado descuido y abandono. Un ejemplo de esta situación se evidencia en el cementerio ubicado en la salida de la ciudad hacia el municipio de Higueral.
Este lugar ha sido olvidado tanto por el Ayuntamiento de La Romana como por las brigadas de mantenimiento. El estado actual de este cementerio es desolador: la maleza cubre las tumbas, lo que dificulta enormemente que los familiares de los difuntos puedan acceder y encontrar el lugar exacto donde están enterrados sus seres queridos. Además, las vías de acceso se encuentran en mal estado y la basura es parte del problema.
Este cementerio fue construido durante el gobierno de Antonio Guzmán y durante la gestión municipal de Toñito Pisel. Fue erigido debido a que el antiguo cementerio había agotado su capacidad para recibir más cadáveres. Sin embargo, esta situación se repite en el nuevo cementerio, que también ha quedado sin espacio para nuevos entierros.
Esto ha llevado a la situación contradictoria y anómala de que se están sepultando personas en tumbas ya ocupadas, a menudo a espaldas de parientes que no han vuelto a visitar desde que se sepultó a ese difunto.
El «nuevo cementerio», como también se le conoce, contaba en su fundación con una moderna y amplia capilla-iglesia que permitía a los parientes velar a sus seres queridos. Lamentablemente, hoy en día solo quedan ruinas de esa estructura emblemática y significativa. Sin embargo, esta obra podría ser restaurada con iniciativas municipales. A pesar de que a principios de año, la Central Romana facilitó terrenos para un nuevo cementerio, hasta la fecha solo se ha construido la verja perimetral.
Otro cementerio que requiere atención urgente en términos de vigilancia y mantenimiento es el ubicado en la calle Juan Pablo Duarte. Este campo santo es icónico, ya que en él descansan los restos mortales de personalidades destacadas y fundadoras de La Romana.
Lamentablemente, este lugar también sufre de basura y profanación de tumbas. Al igual que el otro cementerio, es utilizado por personas para consumir sustancias controladas y para llevar a cabo rituales de hechicería.