La reciente decisión de las autoridades municipales de Higüey de prohibir el uso de cigarrillos electrónicos y el consumo de bebidas alcohólicas en parques y otros lugares públicos frecuentados por familias, es un paso audaz y necesario. Para algunos, que prefieren la anarquía y el desorden, esta medida puede parecer chocante.
Sin embargo, es un esfuerzo digno de elogios que busca mejorar la calidad de vida y promover espacios públicos más seguros y agradables para todos. En muchas ciudades y pueblos, las calles, aceras y parques se han convertido en territorios donde reina el desorden.
Vendedores ambulantes y consumidores de alcohol, que para colmo instalan bocinas con ruidos enloquecedores, han convertido esos espacios de esparcimiento en áreas caóticas y poco atractivas para quienes buscan un momento de tranquilidad y recreación. La medida implementada en Higüey es una de las muchas tareas pendientes que tienen los tomadores de decisión en nuestro país. Regular el uso de los espacios públicos no sólo es una cuestión de orden, sino también de respeto y consideración hacia los demás ciudadanos.
El desafío ahora es asegurar que esta medida se cumpla de manera efectiva. Esto requiere un compromiso firme de las autoridades para vigilar y hacer cumplir la nueva normativa, así como la colaboración activa de los ciudadanos. Aplaudimos esta valiente decisión e invitamos a todas las comunidades para que emulen y promuevan este tipo de iniciativas. La creación de ambientes ordenados y seguros es esencial para el bienestar de todos los munícipes.