Como un enemigo obstinado, el dengue sigue causando estragos en la población dominicana. Los informes de fallecimientos y hospitales saturados con pacientes afectados por esta enfermedad, nos dicen que debemos actuar con urgencia.
El dengue es una enfermedad traicionera que no conoce fronteras sociales ni geográficas. Puede propagarse rápidamente, sin distinción de razas ni clases sociales. Y aunque se esconde en la anatomía de un simple mosquito, su impacto puede ser devastador y mortal.
Más allá de la erradicación de criaderos de mosquitos en recipientes sin tapa, debemos asumir un compromiso colectivo para proteger a nuestra población. La prevención es nuestra mejor arma. En este sentido, las autoridades deben estar en alerta constante, desplegando estrategias de orientación ciudadana y control sanitario efectivo.
La educación en todas las comunidades es esencial, informando a la población sobre los riesgos y las medidas a tomar. La vigilancia epidemiológica también debe mejorarse para detectar brotes tempranamente y contenerlos.
La responsabilidad recae en cada uno de nosotros. No debemos subestimar la amenaza que representa el dengue. Esta enfermedad ataca y puede apagar la vida de adultos y niños, y también a ricos y pobres.
La acción conjunta debe convertirse en el motor de la conciencia colectiva para combatir eficazmente esta enfermedad. No esperemos a que más vidas se pierdan y más personas sufran. Actuemos ahora, con determinación y solidaridad, para proteger a nuestra población de esta amenaza mortal. Juntos, podemos evitar que el dengue se cobre más vidas en la República Dominicana.