Entre las muertes contabilizadas por el Centro de Operaciones de Emergencias (COE), producto del desorden característico de muchas personas durante esos días, figura la de un adolescente que fue embestido por un conductor borracho.
Hablamos del jovencito Naim Contreras Aristy, quien junto a un amigo y compañero de estudios sufrieron el infortunio de haber requerido los servicios de un sistema de salud deficiente, inhumano y excluyente.
Tras ser impactado por un irresponsable que conducía bajo los efectos traicioneros del alcohol, esos adolescentes fueron llevados al Hospital General y de Especialidades Nuestra Señora de La Altagracia (Hgensa) en Higüey, luego de haber perdido ya mucha sangre, porque el Sistema 911 tampoco llegó a tiempo cuando se requirió su auxilio.
Todo parecía actuar contra la vida de Naim, el más afectado del accidente. En el hospital lo despacharon sin atenderlo, alegando que no había especialistas disponibles, no obstante la gran cantidad de sangre que había perdido.
Entonces lo llevaron a toda prisa para una clínica donde, sin reparar que una vida se apagaba lentamente por falta de atención médica oportuna, exigieron 30 mil pesos para poder aprobar su ingreso.
Y mientras se definían esos trámites burocráticos, el adolescente repleto de sueños y proyectos de vida, cerró sus ojos para siempre. El sistema sanitario injusto, abusivo y carente de sensibilidad le arrebató su existencia.
Las reacciones a la noticia de esta muerte delatan que la actitud desalmada de dueños de clínicas y las incapacidades de nuestros hospitales, afectan a diario a muchas personas, entre las cuales hay quienes terminan como Naim.