Punta Cana.- Cuando el Gobierno anunció la compra a futuro de unos 20 millones de vacunas para inmunizar a la población dominicana, no faltaron quienes asumieran esta iniciativa con miradas escépticas. Muchos incluso se prestaron para ser parte de una campaña de descrédito orientada a poner en tela de juicio la efectividad de estas vacunas, inventando toda clase de mentiras, enarbolando argumentos infundados y bastante alejados de cualquier consideración científica.
Pero bastó poco tiempo para que la razón se impusiera por encima de las maledicencias que de manera fallida pretendieron infundir temor e incertidumbre en la sociedad dominicana. De manera cívica y ordenada, tras la llegada al país de las primeras dosis de vacuna, cientos de miles de ciudadanos acudieron a los centros habilitados por las autoridades para iniciar el proceso de inoculación masiva frente a los efectos del covid-19.
Con gran entusiasmo, también recibimos el millón de vacunas que el Gobierno había prometido para seguir avanzando frente a esta enfermedad. Con este lote, se pretende completar la segunda dosis a las poblaciones predefinidas para las primeras etapas del plan nacional de inmunización. Con el paso de los días, el pesimismo que se quiso impregnar en el comportamiento de la gente, se convirtió en esperanza y certidumbre. Y aquellos que aún dudaban, ahora se muestran enteramente dispuestos a vacunarse para librarse de caer en las garras del covid-19.
Una reflexión ampliamente compartida frente a estos esfuerzos, es que de nada sirve vacunarse, si mientras llega la inmunización colectiva no practicamos el mismo nivel de prevención que cuando vivimos los peores meses de esta implacable pandemia. En las actuales circunstancias, la prudencia es el mejor aliado de las vacunas, porque la proclamada normalidad todavía depende de la conducta ejemplar de cada dominicano para cumplir con las normas de distanciamiento social y el uso adecuado de las mascarillas.
Si hemos visto un progreso significativo en el descenso de casos positivos, fallecimientos y hospitalización, entonces por qué tirar por la borda lo que a base de sacrificios y disciplina hemos logrado frente a esta enfermedad. Si colaboramos, pronto saldremos del difícil momento en que nos metió esta crisis sanitaria.