No lo puedo creer. Fueron las palabras de mi amigo Pablo Cueva, un escritor y periodista argentino, cuando le dije que en Punta Cana no había tertulia, ni un solo café literario en la zona. Esa noche nos fuimos a algo parecido, un restaurante y recordamos nuestros encuentros literarios en Asunción, Paraguay y en Buenos Aires, Argentina.
A veces me pregunto, qué hace la gente en Punta Cana después de pasar un tiempo mirando el mar o después de jugar golf. La población ha ido creciendo y en la medida que la enfermedad del Covid-19 fue causando miedo, la gente le tomó más valor a su segunda vivienda.
Punta Cana siempre es la que ha estado preocupada por integrar la sociedad de su entorno a las actividades culturales, una muestra es el Carnaval cuyo éxito lo ha colocado entre los más organizado y vistoso del país.
Hay una población formada y de lectores que está demandando espacios culturales para poder tener otras alternativas, que no sean las playas y el golf. Las sociedades cambian y con ellas van cambiando los gustos de los ciudadanos. Punta Cana, Verón y Bávaro van en un crecimiento ascendente.
Los responsables de ambas comunidades tienen la tarea de repensar en el turismo que nos llegará después del poscovid-19. La gente quizás escudriñe otros espacios libres, más amigables y disfrute un poco de un buen libro acabado de salir. Tal vez puedan ir a una tertulia literaria y escuchar hablar de poesía.
Casa de Teatro Puntacana es un sueño que estamos esperando para tener un lugar donde podamos ir a disfrutar una obra de teatro o escuchar a cantautores como el amigo José Antonio Rodríguez o quizá ir a ver una exposición de pintura de algún artista dominicano o extranjero.
Creo que en Punta Cana con el carnaval y ahora al convertir la torre de control del aeropuerto en una obra de arte con el mural, se ha comenzado a dar pasos hacía una ciudad cultural.
El mundo cambió, me dijo mi pequeña hija hace dos años. Yo en verdad no le di credibilidad a lo que ella me decía, ahora al recordar sus palabras desde la distancia, pienso que tenía razón, que el mundo al menos no será igual al mundo que conocimos antes.
El ser humano sensato, cuidará más sus espacios íntimos. Será más guardián de sus círculos de amigos, disfrutará más el tiempo con un buen libro, una buena conversación, disfrutará más de un buen café, despertará más temprano solo para ver los amaneceres. Prestará más atención a los pequeños detalles de la vida y buscará como entretenerse, con la simpleza de la vida: una buena tertulia y taza de café.
¿Te animas?
Hagamos que suceda…