GLORIA MARRANZINI /
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A lo largo de la historia ha habido diferentes liderazgos, fuerzas militares, económicas y polÃticas que han expandido su dominio e influencia más allá de sus fronteras. Desde los primeros imperios como el Romano o el Mongol, hasta los más recientes como el Francés y el Británico. En los últimos tiempos, Estados Unidos ha sido considerado la primera potencia mundial sin discusión, tanto por su poderÃo militar y económico, como por su desarrollo tecnológico, ejerciendo una gran influencia en la geopolÃtica global y en todo tipo de organizaciones internacionales.
Sin embargo, tras unas elecciones sin precedente en USA se pone en juego la seriedad y claridad del proceso y sus resultados, asà como la estabilidad social y polÃtica de un paÃs totalmente fragmentado. Más de 20 dÃas después de celebradas dichas elecciones los titulares siguen arrojando una alta dosis de desafÃos a los resultados por parte del supuesto perdedor, a través de demandas legales a varios organismos supervisores de algunos estados claves.
Sea cual sea el resultado final del conflicto electoral, la realidad es LÃder mundial que Estados Unidos ha sufrido cierta decadencia económica, social, y reputacional en los últimos años. Esto puede deberse en parte a la presencia de un inminente competidor al liderazgo mundial como lo es China. Este paÃs, aunque polÃtica y culturalmente muy distinto a los demás continentes, tiene hoy en dÃa toda la capacidad de competir con el más fuerte (recursos económicos, fuerza militar, capacidad productiva, disciplina y educación).
Su debilidad: la poca capacidad de â??inventarâ? y su inclinación a â??copiarâ? en lo referente a tecnologÃa e innovación que es la columna vertebral del modernismo. Cuando el mundo haya superado la pandemia que nos abate y estemos en clara tendencia de recuperación, probablemente veremos señales más claras sobre si la actual potencia mundial prevalece, o si el â??Dragón Chinoâ? logra romper las barreras para acercarse cada vez más a Occidente.